Frozen Ark es el nombre de un proyecto que pretende salvar el patrimonio genético (ADN) de las especies que, sin duda alguna, están desapareciendo en este momento a lo largo y ancho de nuestro planeta.
La tasa de extinción se ha multiplicado en más del 100% en los últimos siglos.
Eso quiere decir que cada día se extinguen muchas, muchísimas más especies que hace algunos cientos de años.
Y, sí, las causas principales de estas extinciones están relacionadas con el ser humano. Bien sea por sobreexplotación, por contaminación, calentamiento global o por otras causas, estamos acabando sin querer (o queriendo) con un número masivo de especies.
Estamos viviendo la que ya se ha comenzado a llamar como la sexta gran extinción masiva.
Por eso hay quien piensa que hace falta poner todos nuestros medios para preservar lo que pueda quedar de las especies desaparecidas. ¿Y qué puede ser eso? Pues, por ejemplo, el ADN. Aquí es donde entra Frozen Ark.
Como su nombre indica, Frozen Ark pretende ser un arca salvadora que albergue congelados los restos de material genético de las especies que están desapareciendo.
El proyecto, que lleva ya algunas décadas funcionando, pretende reunir el material genético de cuantas especies pueda.
Para ello cuenta ya con más de 22 socios, aunque el proyecto está liderado por la Universidad de Nottingham, Reino Unido.
Hasta el momento ha reunido más de 48.000 muestras de 5.500 especies diferentes, lo que puede parecer mucho, pero, a pesar del increíble trabajo que resulta, supone una muestra ínfima de la biodiversidad de nuestro planeta.
Para confeccionar el Frozen Ark, los investigadores toman muestras de tejido celular y gametos (es decir, células reproductoras, que en el caso de los humanos corresponden a los óvulos y espermatozoides) y lo congelan de una manera especial.
Luego lo guardan en unos lugares dónde las condiciones permiten que el material biológico se deteriore lo más lentamente posible.
Porque no hay material genético que dure para siempre. Pero sí podemos alargarlo lo suficiente en el tiempo para que llegue a nuestros descendientes.
Por que en el futuro siempre vendrá bien contar con un material genético que podría aportar claves esenciales en el descubrimiento de nuevos mecanismos, sustancias o quién sabe qué más.
Por otro lado, y en el mejor de los casos, gracias a proyectos como Frozen Ark, tal vez podríamos recuperar algunas de las especies extintas mediante la clonación.
Suponiendo que la ética y la técnica nos lo permite, claro. No obstante, hay que tener claro que esta iniciativa no sustituye a los proyectos de conservación. Ni mucho menos.
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Cuando decimos “sexta gran extinción” o “extinción masiva” no estamos siendo exagerados ni un solo ápice. En las anteriores desaparecieron una cantidad increíble de especies.
La mayor de ellas, ocurrida hace unos 240 millones de años, acabó con el 95% de las especies animales que vivían sobre la tierra.
Todas y cada una de las cinco extinciones anteriores se debieron a causas naturales y tardaron varios millones de años en producirse. Un tiempo en el que los animales fueron desapareciendo paulatinamente en una tasa creciente de extinción.
Sin embargo, ahora nos enfrentamos a una tasa de extinción por completo comparable a las de las otras grandes extinciones.
Las dos grandes diferencias son que se está produciendo en un tiempo mucho menor y que, sí, esta vez la causa es “artificial” y camina sobre sus dos piernas.
Para que nos hagamos una idea, que sepamos, en el último siglo han desaparecido unas 600 especies de vertebrados. Esto puede no decirnos nada. Pero hagamos algunos cálculos.
Según el registro fósil, la tasa de desaparición de los últimos millones de años es de 1,8 especies por cada 10.000 especies cada cien años.
Los cálculos de biodiversidad estiman que actualmente existen unas 200.000 especies de vertebrados. Según lo dicho más arriba, en los últimos cien años, si siguiéramos la tasa natural de extinciones, habrían desaparecido unas treinta y seis especies. ¿Se ve el problema?
Por muy estimativas que sean las cifras, queda claro que algo no va bien. Y esto solo habla de especies de vertebrados.
Las investigaciones indican que la tasa de extinción es una 100 veces mayor de lo que debería, lo que promete un futuro muy corto para una cantidad increíble de especies.
En el punto de mira están, precisamente, los invertebrados, los cuales, por su grandísima diversidad, son los más vulnerables. Y aunque nos cueste darnos cuenta, los necesitamos para vivir.
Piensen en la polinización, en el control de plagas, en el abonado de los campos y la vida de las plantas, por poner unos ejemplos. Todos ellos están ligados a los invertebrados.
Así que encaremos el problema: crear un proyecto como Frozen Ark está genial (y es necesario).
Pero eso no va a salvar nuestro futuro. Y si no queremos acabar como los animales del pérmico, deberíamos pensarlo muy seriamente.
Fuente: Hipertextual
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