Un algoritmo desarrollado por el MIT reproduce filtros fotográficos profesionales sobre autorretratos o selfies.
Un toque de sepia para transmitir una sensación de antigüedad. Un poco de brillo extra que destaque las luces. Saturar los colores o generar un “efecto Polaroid”, con el marco y todo.
El retoque fotográfico está al alcance de todos, y lo cierto es que no necesita ningún conocimiento previo para aplicarlo.
Pero los profesionales van mucho más allá de los filtros predefinidos. Exploran condiciones muy específicas, con un control de luz muy superior a lo que puede ofrecer cualquier aplicación, y que requieren estudios dedicados, además de equipamiento costoso.
¿O tal vez no? De acuerdo con el MIT, el estilo particular de un fotógrafo puede ser reproducido y aplicado sobre un autorretrato, a través de un nuevo algoritmo.
Los investigadores contaron con el apoyo de Adobe, y representantes de la Universidad de Virginia.
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El trabajo del algoritmo se concentra en la detección de múltiples características en cada rostro, y en aplicar las modificaciones adecuadas de modo independiente.
Por supuesto, el rendimiento final depende en gran medida de qué tan profunda sea la similitud entre el material original (que aporta los parámetros del estilo deseado) y la fotografía que se busca modificar.
Los responsables indican que el prototipo tiene algunos problemas a la hora de trasplantar ciertos detalles en los ojos, por lo tanto, existe una opción para bloquear cualquier alteración en ese aspecto.
El próximo paso es desarrollar un software con esta tecnología, destinado al consumidor.
Aunque la mano de un profesional sigue siendo superior, el algoritmo del MIT representa un gran avance en comparación con los filtros estáticos.
Fuente: Neoteo