Por primera vez en la historia se ha modificado el genoma completo de un ser humano a partir de un embrión.
El equipo que lo ha conseguido ha usado embriones descartados, es decir, que no iban a ser implantados, de las clínicas de fertilidad.
Cuando hablamos de un embrión no hablamos de un feto con forma humana.
El embrión es el estadio celular que viene después de la fecundación, cuando el cigoto, la unión del espermatozoide y el óvulo, comienza a dividirse.
Esta etapa dura hasta la octava semana y, hasta entonces, es poco más que una masa de células que va diferenciándose poco a poco.
En esta fase, los embriones que no se podrán implantar han sido los empleados por el equipo para comprobar sus hipótesis y hacer las pruebas necesarias.
En concreto, de los 86 embriones usados, solo 54 consiguieron sobrevivir a la edición del genoma y de ellos, solo 28 presentaban la modificación genética buscada.
Huang, del grupo de investigadores, dijo que detuvo la investigación después de los malos resultados. “Si quieres hacerlo con embriones normales, usted necesita estar cerca del 100%”, dijo Huang. “Es por eso que nos detuvimos. Seguimos pensando que es demasiado inmaduro.“
Por otro lado, no sabemos qué hubiera ocurrido si hubiesen continuado con su desarrollo, por supuesto.
En palabras de los propios investigadores de la Sun Yat-Sen University en Guangzhou, China, este es un primer paso, un hito en el camino, pero todavía es demasiado pronto para pensar siquiera en un tratamiento génico.
Pero, ¿para qué queremos embriones modificados genéticamente?
Este grupo de investigación buscaba modificar los genes “estropeados” que provocan la talasemia, una disfunción de la sangre que puede resultar letal y cuyo origen es genético.
La técnica, llamada CRISPR-Cas9, empalma el ADN, sustituyendo el gen con problemas con diferentes moléculas, lo que podría neutralizar la amenaza antes de nacer.
Con esta demostración, ahora, sabemos que podemos modificar el genoma humano a partir de un embrión, lo que supone obtener a un humano modificado genéticamente.
Pero también nos sirve como una llamada de atención.
Gran parte de la comunidad científica ve sus cimientos éticos removerse ante el estudio.
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Y es que, aunque la finalidad, a priori, es poder combatir enfermedades de origen genético y sin solución, lo cierto es que esta es una técnica que puede usarse muy incorrectamente.
Pero no solo eso, los miedos son muchos. Casi demasiados, dentro del mundo de la modificación genética humana. Las críticas a la investigación son muchas.
En primer lugar, la tasa de éxito es demasiado baja. Para poder usar una técnica así, tendría que ser muy cercana al 100% para que pudiese ser viable. Y cuando hablamos de éxito, queremos decir que presente el gen modificado.
Luego está el hecho de que no se modifique nada más en el genoma. Esto es relativamente sencillo, pero dada la increíble complejidad del ADN, su regulación y funcionamiento, cualquier mínimo cambio puede dar como resultado un feto malformado o enfermedades aún peores de lo que se pretendía curar.
Hay que ser muy precisos en la modificación genética humana. Mucho más, incluso, que en la cirugía u otros tratamientos.
Pero además de todo lo anterior, que ya de por sí ponen una crítica a la investigación, está el maldito tema de la eugenesia.
Si encontráramos un método seguro de crear embriones modificados genéticamente, ¿cuanto tiempo tardaríamos en usarlo para obtener humanos con las características que queremos?
Hablamos, en primer lugar, de clínicas de fertilidad y padres que desean “hijos a la carta”.
Pero también podríamos hablar de control de población y predisposición genética.
Y ya que nos ponemos a lanzar hipótesis, podríamos hablar de crear embriones modificados genéticamente con intereses particulares, políticos o militares, por qué no.
El problema que siempre hemos tenido es que una vez que comenzamos, ¿quién pone el límite?
Por otro lado, ¿quién es capaz de decirle a alguien que su sufrimiento no tiene solución debido al miedo? Existen peticiones desde la comunidad científica para que crezca un entorno legislativo maduro alrededor de este tema.
Algo que se vuelve más acuciante a la luz de las últimas investigaciones.
Necesitamos aceptar que los embriones modificados genéticamente ya son una realidad, decidir qué significa esto para la sociedad y comenzar a actuar en consecuencia de una forma madura.
Fuente: Hipertextual