Un estudio demuestra que el aprendizaje de una lengua depende de la conexión entre regiones del hemisferio izquierdo del cerebro.
Una persona que hable habitualmente una lengua utilizará, de media, unas 30.000 palabras. ¿Cómo conseguimos aprenderlas, asociarlas y conseguir comunicarnos con los demás?
Para llevar a cabo el estudio los científicos analizaron con resonancias magnéticas cómo afectaba a 27 voluntarios sanos el aprendizaje de nuevas palabras.
Exactamente les hicieron escuchar nueve palabras sin ningún significado real pero con estructuras similares a palabras del castellano.
Entre palabra y palabra se dejaba una pausa de 25 milisegundos, imperceptible pero suficiente para ayudar al aprendizaje.
Estas palabras se repetían de manera aleatoria un total de 42 veces.
The using of these drugs is tadalafil sales on sale here now even legal in Washington. We generic viagra canadian should take proper dose of it. buy levitra online Rejection or anger from partner also sometimes causes erection troubles. It won’t necessarily change discount viagra the way he wants. Tras la fase de aprendizaje los voluntarios debían identificar las palabras que habían escuchado previamente.
Según han podido comprobar los investigadores la clave del aprendizaje de un idioma se encuentra en el fascículo arqueado del cerebro, un haz de fibras nerviosas que conecta las regiones auditivas del lóbulo temporal con la región motora situada en el lóbulo frontal, en el hemisferio izquierdo del cerebro.
Así pues, las diferencias de cada persona en el desarrollo de las conexiones en esta zona de nuestro órgano pensante condiciona la capacidad de aprendizaje de nuevas palabras.
Según una de las autoras del estudio, Diana López-Barroso, la investigación aporta nuevos datos sobre la capacidad única de los seres humanos para aprender un lenguaje, dado que existen modelos de conexión diferentes entre estas regiones cerebrales en otras especies.
El estudio ha sido desarrollado por investigadores del grupo de Cognición y Plasticidad Cerebral del Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (IDIBELL) y la Universidad de Barcelona, con la colaboración de investigadores del King’s College de Londres y ha sido publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).
Fuente: Muy Interesante