En un avance que podría conducir a órganos imprimibles y una mejor comprensión de la fisiología humana, los investigadores del Lawrence Livermore National Labs han impreso en 3D vasos sanguíneos funcionales que se ven y funcionan como los reales.
Las bio-impresoras 3D son similares a las impresoras 3D convencionales, pero en lugar de utilizar materiales inertes, utilizan “bio-tinta”: bloques de construcción estructurales básicos que son compatibles con el cuerpo humano.
Para crear los vasos sanguíneos combinan este biomaterial especial con células vivas.
El material y el medio ambiente se han diseñado para permitir a los pequeños vasos sanguíneos o capilares humanos desarrollarse por su cuenta.
Este proceso toma tiempo, por lo que inicialmente, los tubos se imprimen de células y otros biomateriales para entregar nutrientes esenciales para el medio ambiente impreso.
Con el tiempo, los capilares auto-ensamblados son capaces de conectarse con los tubos bio-impresos y entregar nutrientes a las células por sí solas, lo que permite que estas estructuras funcionen como lo hacen en el cuerpo.
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Si se toma este enfoque de co-ingeniería con la naturaleza se permite que la biología ayude a crear la resolución más fina del tejido impreso.
Aprovechan la capacidad del cuerpo para el crecimiento auto-dirigido, y terminan con algo que es más fiel a la fisiología.
Pueden poner las células en un ambiente donde ellas saben, ‘Tengo que construir vasos sanguíneos´.
Los vasos sanguíneos resultantes no pueden ser trasplantados, pero son adecuados para estudios toxicológicos y pruebas de tratamiento médico (que dará lugar a una dependencia menor en animales de laboratorio) y proporcionarán un banco de pruebas para la ciencia fundamental.
Lo que es más, los esfuerzos de bio-impresión 3D como estos podrían eventualmente dar lugar a los llamados órganos en un chip, lo que ayudará a aliviar la actual escasez de donantes de órganos.
Fuente: Gizmodo