En vez de explotar como una supernova, el objeto supermasivo se esfumó sin dejar rastro a 22 años luz de la Tierra.
Esperaban una explosión, pero solo hubo un requiebro.
Astrónomos han visto por primera vez en la historia cómo una enorme estrella moribunda a 22 millones de años luz de la Tierra se ha esfumado para renacer en un agujero negro.
Cada segundo, una estrella supermasiva explota como una supernova en algún lugar del Universo.
Ese es el final esperado para estos objetos gigantescos, pero la estrella N6946-BH1, situada en la galaxia espiral NGC 6946, conocida como la «galaxia de los fuegos artificiales» precisamente por el brillo de sus numerosas supernovas, simplemente se desapareció de la vista como en un truco de magia.
Según explican los investigadores en la revista Monthly Notices of the Royal Astronomical Society, N6946-BH1 comenzó a iluminarse débilmente en 2009, pero para 2015 parecía haber dejado de existir.
Para saber qué había ocurrido, los astrónomos sumaron al Gran Telescopio Binocular (LBT), que había detectado la aparición de la estrella, los telescopios espaciales Hubble y Spitzer de la NASA.
Quizás la estrella todavía estaba allí, pero simplemente se había atenuado.
Cualquier radiación infrarroja que emanara desde ese punto habría sido una señal de que todavía estaba presente, tal vez oculta detrás de una nube de polvo.
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La estrella ya no estaba ahí.
Por un cuidadoso proceso de eliminación, los investigadores llegaron a la conclusión de que, finalmente, la estrella debió de convertirse en un agujero negro.
Estos «fallos masivos» podrían explicar por qué los científicos rara vez ven supernovas de las estrellas más masivas, explica Christopher Kochanek, profesor de astronomía en la Universidad Estatal de Ohio.
Al parecer, hasta un 30% de este tipo de estrellas puede colapsar en silencio en un agujero negro, sin que haga falta una supernova.
«La idea más aceptada es que una estrella puede formar un agujero negro sólo después de que se convierta en supernova», señala Kochanek.
«Si una estrella puede caer sin llegar a ser supernova y todavía hacer un agujero negro, esto ayudaría a explicar por qué no vemos supernovas de las estrellas más masivas».
Para el coautor del estudio Krzysztof Stanek, la parte realmente interesante del descubrimiento son las implicaciones que tiene para el origen de los agujeros negros muy masivos, el tipo que el experimento LIGO detecta a través de las ondas gravitacionales.
Fuente: ABC