Imaginémonos atrapados en el interior de un edificio que se ha derrumbado, tras un desastre, preguntándonos si alguien será lo bastante valiente como para rescatarnos.
De pronto, la puerta se abre y aparece en ella, entre las sombras, un robot.
Pero no es un robot cualquiera; este tiene reflejos rápidos y humanos, y está guiado por una persona desde un punto remoto, la cual siente las mismas fuerzas físicas que el robot está experimentando.
Ingenieros de la Universidad de Illinois y del Instituto de Tecnología de Massachusetts se hallan un paso más cerca de alcanzar ese objetivo de robótica operada por humanos, gracias a su unidad bípeda, llamada Little Hermes, que puede andar, correr, saltar e interactuar con el entorno en sincronía con un operador humano.
El robot fue desarrollado por João Ramos y Sangbae Kim.
Se trata de un robot bípedo diseñado para ir a lugares considerados inseguros para los humanos.
Los ingenieros se sintieron motivados por el terremoto, el tsunami y el consecuente desastre en la planta nuclear japonesa de Fukushima Dai-ichi.
Si un robot pudiera haber entrado en la central después del desastre, las cosas podrían haber acabado de manera diferente.
La comunidad robótica se sintió interpelada por este incidente, y se iniciaron diferentes iniciativas al respecto.
Buena parte de la actual robótica operada por humanos no incluye información para el operador en relación a las fuerzas encontradas por el robot.
Pero si los robots asistidos por humanos van a interactuar con el entorno de una forma comparable a nosotros, los operadores necesitarán sentir las mismas fuerzas que el robot.
El equipo desarrolló un traje de captura de movimientos, algo así como un exoesqueleto utilizado por un operador humano, el cual captura el movimiento de este último y las fuerzas que ejerce sobre el entorno para moverse, y transfiere los datos al robot, que reproduce el movimiento con apenas retraso.
Sin embargo, los robots no tienen un sentido del equilibrio como el de una persona, así que los investigadores vistieron al operador con un chaleco que le transmite información sobre las fuerzas encontradas o ejercidas por el robot.
Así, si el robot empieza a caer, el operador siente un empuje hacia esa dirección a través del chaleco, y puede reaccionar avanzando un paso para equilibrarse, lo que se transmite al robot y este puede evitar caerse.
La robótica actual está trabajando duro para desarrollar unidades completamente automatizadas, pero esto está aún en el futuro.
De modo que sigue siendo ventajoso utilizar robots operados por humanos, que además podrán mantener un considerable nivel de control.
El propio Little Hermes recibirá mejoras muy pronto.
Por ejemplo, la teleoperación entre el robot y el operador utiliza una interfaz cableada, y esta será sustituida por tecnología inalámbrica, parecida a la utilizada para controlar drones.
Se espera asimismo recibir información de fuerzas experimentadas por el robot en zonas más localizadas, como manos y pies.
La misma tecnología podría usarse en robots no bípedos, como cuadrúpedos o con ruedas.
Fuente: Noticias de la Ciencia