EN LOS PENALTIS, MEJOR QUE DECIDA EL JUGADOR

En los penaltis, mejor que decida el jugador

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El penalti es el mejor ejemplo de una situación que necesita de una toma de decisión rápida por parte del jugador. ¿Qué tipo de presión siente el futbolista? ¿Deben actuar con total libertad a la hora de lanzar un penalti o es preferible que se le den instrucciones concretas de cómo hacerlo?

A éstas, y otras preguntas, ha respondido un reciente estudio realizado por investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) (España) y de la Universidad de Amsterdam.

“Intentamos responder a la cuestión de si los entrenadores deberían dejar a los deportistas controlar sus decisiones cuando están bajo presión o por el contrario sería mejor imponerles la forma de llevar a cabo sus acciones”, explica José Antonio Navia, uno de los autores.

Para llevar a cabo el trabajo de investigación, los investigadores de la UPM han contado con la ayuda del Getafe Club de Fútbol, a través de los jugadores del equipo de categoría juvenil que se prestaron a realizar los ejercicios necesarios para tener una muestra objetiva.

El estudio consistió, entre otras acciones, en manipular el grado de autonomía en la forma de tiro determinando diferentes áreas en la portería por dónde tirar el penalti.

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Se compararon los resultados dependiendo de si las áreas de disparo habían sido elegidas libremente por los jugadores o impuestas externamente.

Asimismo, se midió la presión psicológica a la hora de tomar decisiones: un grupo actuaba sin presión y el otro sabiéndose evaluado por el entrenador y con la incertidumbre de futuras consecuencias en función del acierto obtenido.

La presión de los jugadores se analizó utilizando un cuestionario validado CSAI-2R.

Este test se utiliza en modelos ansiedad-estado y mide mediante una serie de preguntas (17) los niveles de ansiedad cognitiva (por ejemplo, me preocupa un bajo rendimiento), ansiedad somática (por ejemplo, aceleración del corazón) y de autoconfianza (grado de seguridad en sí mismo sobre las posibilidades de éxito).

Sin presión o nivel alto de estrés, los resultados de la prueba fueron parejos.

El grupo que recibió instrucciones de cómo ejecutar el penalti, consiguió un 2 % más de efectividad, 84 %, frente al 82 % del grupo con decisiones autónomas.

En cambio, con un nivel alto de presión psicológica, los resultados sí variaron notablemente.

No tuvo incidencia en el rendimiento cuando los jugadores debían elegir por dónde tirar el penalti.

Sin embargo, cuando se les impuso por parte del cuerpo técnico la zona de tiro, los jugadores bajo presión marcaron menos goles.

En concreto, el porcentaje de acierto con esta premisa disminuyó un 10% (de un 73% al 63%). ¿Por qué?

Según los investigadores, los estudios demuestran que cuando los jugadores tienen dificultades para realizar acciones con presión y se les impone externamente una orden reducen el control sobre lo que van a realizar y, además, acortan el tiempo de preparación porque ya no tienen que decidir dónde disparar, analizar el movimiento del portero u otros factores que, de forma autónoma y libre, si los analizarían.

Todo ello, indica Navia, “conlleva, en líneas generales, a una reducción apreciable de éxito en las acciones realizadas”.

Como conclusión, se puede afirmar que en situaciones de donde exista una gran presión psicológica y no haya protocolos a seguir, ni una solución óptima, sino que se puede resolver mediante varias vías, como es el caso del lanzamiento de penalti ‘es preferible dejar elegir a los jugadores cómo sin indicaciones externas’. afirma Navia.

El estudio, además de usarse en el fútbol y otros deportes, podría ser aplicado en diferentes campos en los que existen situaciones de gran presión o estrés emocional como la psicología social, economía (por ejemplo, en negociaciones reducir el grado de autonomía de la persona a cargo podría resultar perjudicial), educación (aumentar la autonomía bajo presión traería mejores resultados académicos), etc.

“Creemos que este estudio abre una nueva vía de investigación inexplorada en la interacción entre el grado de autonomía en el control de las acciones y la presión psicológica”, dice el coautor.

Fuente: Noticias de la Ciencia

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