Una consola de videojuegos portátil que permitiese jugar con ella de forma indefinida podría llegar a ser la peor pesadilla de un padre.
Pero esta Game Boy no es solo un juguete.
Es una poderosa prueba de concepto, desarrollada por investigadores de la Universidad Northwestern y la Universidad Tecnológica de Delft (TU Delft) en Holanda, que empuja los límites de la computación intermitente sin baterías al reino de la diversión y la interacción.
En lugar de baterías, que son costosas, peligrosas para el medio ambiente y que finalmente terminan en los vertederos, este dispositivo recolecta energía del sol… y del usuario.
Estos avances permiten que los juegos duren para siempre sin tener que detenerse y recargar la batería.
“Es el primer dispositivo interactivo sin baterías que recolecta energía de las acciones del usuario”, dijo Josiah Hester de Northwestern, quien co-dirigió la investigación.
“Cuando presionas un botón, el dispositivo convierte esa energía en algo que alimenta tu equipo“.
“El juego sostenible se convertirá en una realidad, y hemos dado un gran paso en esa dirección al deshacernos completamente de la batería“, dijo Przemyslaw Pawelczak de TU Delft, quien codirigió la investigación con Hester.
“Con nuestra plataforma, queremos declarar que es posible producir un sistema de juego sostenible que traiga diversión y alegría al usuario“.
Hester es profesor asistente de ingeniería eléctrica e informática y de ciencias de la computación en la Escuela de Ingeniería McCormick de Northwestern.
Pawelczak es profesor asistente en la Universidad Técnica de Delft.
Su equipo incluye a Jasper de Winkel y Vito Kortbeek, ambos candidatos al doctorado en la Universidad de Delft.
El sistema de los investigadores, llamado ENGAGE (energy aware gaming platform), tiene el tamaño y el factor de forma de la Game Boy original, a la vez que está equipado con un conjunto de paneles solares alrededor de la pantalla.
Las pulsaciones de botones por parte del usuario son asimismo una segunda fuente de energía.
Lo más importante es que imita el procesador de la Game Boy.
Aunque esta solución requiere mucha potencia de cálculo, y por lo tanto energía, permite que cualquier juego retro popular pueda ser jugado directamente desde su cartucho original.
A medida que el dispositivo cambia entre las fuentes de energía, experimenta pequeñas pérdidas energéticas.
Para asegurar una duración aceptable del juego entre dichos fallos de energía, los investigadores diseñaron el hardware y el software del sistema desde el principio para que fueran conscientes de la energía disponible, así como muy eficientes en cuanto a ella.
También desarrollaron una nueva técnica para almacenar el estado del sistema en memoria no volátil, minimizando la sobrecarga y permitiendo una rápida restauración cuando regresa la energía.
Esto elimina la necesidad de pulsar “guardar” como se ve en las plataformas tradicionales, ya que el jugador puede ahora continuar el juego desde el punto exacto en el que perdió completamente la energía, incluso si Mario está en medio de uno de sus saltos.
En un día no muy nublado, y para juegos que requieren al menos cantidades moderadas de clics, las interrupciones del juego suelen durar menos de un segundo por cada 10 segundos de juego.
Los investigadores encuentran que este es un escenario aceptable para algunos juegos, incluyendo Ajedrez, Solitarios y Tetris, pero ciertamente no para todos los juegos (de acción).
Aunque todavía queda mucho camino por recorrer antes de que las modernas consolas de juegos portátiles del siglo XXI se liberen completamente de las baterías, los investigadores esperan que sus dispositivos aumenten nuestra conciencia sobre el impacto ambiental de los pequeños dispositivos que componen la Internet de las Cosas.
Las baterías son costosas, peligrosas para el medio ambiente y deben ser reemplazadas finalmente para evitar que todo el dispositivo termine en el vertedero.
“Nuestro trabajo es la antítesis de la Internet de las Cosas, que tiene muchos dispositivos con pilas“, dijo Hester.
“Esas baterías acabarán en la basura.
Si no se descargan completamente, pueden volverse peligrosas.
Son difíciles de reciclar. Queremos construir dispositivos que sean más sostenibles y que puedan durar décadas“.
Fuente: Noticias de la Ciencia