La medusa `’Turritopsis dohrnii’ es capaz de revertir su ciclo vital, volver a un estado de inmadurez sexual tras haber alcanzado, incluso, la madurez.
Lo consigue gracias a modificaciones en el genoma relacionadas con la replicación y la reparación del ADN.
Turritopsis dohrnii es una medusa muy, pero que muy especial.
Es diminuta, de unos siete milímetros de longitud, sin embargo, es inmortal.
Si la mayor parte de los seres vivos nos encaminamos hacia el envejecimiento tras pasar la etapa reproductiva, Turritopsis dohrnii renace.
Y lo hace una y otra vez, a no ser que otro animal se la coma o la cace un bañista.
La “medusa inmortal” actúa de la siguiente forma.
Tras unirse los gametos femeninos y masculinos surge una larva, que se fijará en el lecho marino como pólipo (forma inmadura).
A continuación, los pólipos se liberan como éfiras, que son las medusas jóvenes a punto de ser sexualmente maduras.
Estas medusas se reproducirán de forma sexual y el ciclo volverá a empezar.
Si las medusas perciben alguna amenaza ambiental, es decir, si se estresan, después de reproducirse vuelven a la fase de pólipo.
También pueden retroceder por voluntad genética.
El proceso puede repetirse indefinidamente, de ahí que se consideren biológicamente inmortales.
Como era de esperar, la capacidad de la medusa para esquivar la muerte natural la ha convertido en objeto de estudio, no solo a nivel biológico sino también para aquellos que investigan el proceso de envejecimiento en los seres humanos.
Precisamente su capacidad de rejuvenecer es lo que atrajo el interés del catedrático de Bioquímica, eminencia en el estudio del cáncer y Premio Nacional de Investigación, Carlos López-Otín, y su equipo del Instituto Universitario de Oncología de la Universidad de Oviedo para estudiar a esta diminuta medusa.
López Otín y su equipo han secuenciado el genoma de esta misteriosa criatura y lo han comparado con el de otra medusa que es pariente cercana y que sí es mortal, la T. rubra.
Fuente: PNAS