Algunos medicamentos, como es el caso de muchas vacunas contra la COVID-19, deben conservarse en frío.
En la búsqueda de una técnica robusta y estable que sirva para cuando los medicamentos de esta clase, así como los alimentos que también necesitan refrigeración, sobrepasan las condiciones en las que son seguros, investigadores han descubierto un tipo de microcristales de colores brillantes en materiales que se vuelven incoloros al sufrir ciertos cambios de temperatura.
Las cámaras y los camiones frigoríficos suelen mantener las temperaturas establecidas, pero pueden ocurrir accidentes.
Es posible controlar la temperatura de cada producto con sensores inalámbricos, pero estos dispositivos generan muchos residuos electrónicos.
Recientemente, han surgido iniciativas para promover el uso de materiales que actúan como indicadores visuales de manera que se pueda obtener esa información sin generar tantos residuos.
Sin embargo, algunas de las opciones actuales que utilizan reacciones de color o colorantes producen tonalidades que pueden desaparecer.
En otros casos, solo permiten detectar temperaturas por encima del punto de congelación, lo que no es útil para algunas vacunas contra la COVID-19 que pueden empezar a descomponerse por debajo del punto de congelación.
Por eso, el equipo internacional de Chao Huang, del Instituto de Tecnología Avanzada de Shenzhen (SIAT), dependiente de la Academia China de Ciencias, se propuso desarrollar un material con mejor cambio de color y con un punto de fusión modificable que permitiera registrar un amplio intervalo de temperaturas.
Los investigadores utilizaron colores estructurales en vez de colorantes para su sistema indicador.
El equipo fabricó nanopartículas de dióxido de silicio recubiertas de glicerol, que se veían de color verde o rojo brillante cuando se agrupaban formando microcristales en el agua.
A continuación, crearon líquidos con diferentes puntos de fusión mezclando distintas proporciones de polietilenglicol o etilenglicol y agua.
Al entrar estas dos partes en contacto, el color desaparecería de forma irreversible cuando la solución sensible a la temperatura se disolvía y los microcristales se deshacían.
Los materiales se podían modificar para registrar exposiciones a temperaturas de entre 37 grados centígrados sobre cero y 70 bajo cero, que duraban desde unos minutos hasta varios días.
En otros experimentos, los sistemas con indicadores en dos partes se incluyeron en etiquetas flexibles para tubos redondos con un código QR.
Estos sistemas son muy sensibles, y detectaron con eficacia cuándo los materiales estaban a temperaturas demasiado altas.
Los investigadores afirman que los materiales de este tipo pueden ser útiles para las diversas situaciones que se plantean en las cadenas de frío de los suministros médicos.
Fuente: ACS Nano