El material también permite hacer torres más altas y fáciles de transportar.
Miles de aerogeneradores se acercan al final de su vida útil y seguimos dándole vueltas a cómo hacer turbinas más sostenibles y fáciles de transportar.
En Suecia han recurrido al material que mejor conocen: la madera.
La empresa sueca Modvion cree que construir la torre de los aerogeneradores con madera es el futuro.
Hay que talar árboles, ciertamente, pero las ventajas del material pueden ser atractivas para la industria eólica.
Tan es así que el gigante europeo Vestas ha acabado invirtiendo en la idea a través de su brazo de capital riesgo.
El primer aerogenerador de madera de Modvion se encuentra en funcionamiento a poca distancia de Gotemburgo.
Está conectado a la red sueca y, con sus 2 megavatios de potencia, ha empezado a suministrar electricidad a unos 400 hogares.
Casi indistinguible a simple vista de uno de acero, su torre mide 105 metros.
Unos 150, si sumamos el rotor (cuyas aspas, eso sí, están hechas de fibra de vidrio).
Modvion cree que la madera le permitirá hacer torres el doble de altas, de forma que sus rotores puedan situarse a más 300 metros de altura, que es el actual récord de los fabricantes chinos.
El acero es resistente y duradero, pero a medida que los aerogeneradores crecen en altura, su diámetro también lo hace, dificultando el transporte por carretera y limitando su instalación.
La madera es más ligera y se puede cortar en pequeños cilindros para facilitar su transporte. Los cilindros simplemente se apilan.
La modularidad no es exclusiva de la madera: las torres de acero también pueden transportarse en módulos cilíndricos, pero atornillar las piezas aumenta los costos de instalación y mantenimiento, según Modvion, que prefiere usar madera y pegamento.
Las gruesas paredes de sus torres están hechas con 144 capas de madera laminada y tienen una capa exterior blanca que las protege de las inclemencias del tiempo.
La fabricación en acero con altos hornos depende muchas veces de los combustibles fósiles.
Modvion afirma que sus torres tienen huella de carbono negativa desde antes de salir de la fábrica.
Su argumento es el siguiente: la madera se extrae de los árboles, que eliminan dióxido de carbono de la atmósfera cuando están vivos.
Al talarse, el carbono se almacena en la madera. Mientras la madera no se queme ni se pudra, el carbono no vuelve a liberarse.
Fuente: BBC