Cuando un terremoto, una inundación u otra catástrofe asola una región, las infraestructuras de comunicación existentes, como las torres de telefonía móvil y radio, suelen resultar dañadas o destruidas.
Restablecer las comunicaciones de emergencia lo antes posible es vital para coordinar las labores de auxilio.
Un equipo que incluye a Maria Sakovsky, de la Universidad de Stanford en Estados Unidos, y Rosette Maria Bichara, de la Universidad Americana de Beirut en el Líbano, ha desarrollado una antena portátil que podría desplegarse rápidamente en zonas propensas a catástrofes o utilizarse para establecer comunicaciones en regiones subdesarrolladas.
Las soluciones de última generación que suelen emplearse en estas zonas son pesadas antenas parabólicas metálicas.
No son fáciles de desplazar, requieren mucha energía para funcionar y no son especialmente rentables, tal como argumenta Sakovsky.
En cambio, la nueva antena ocupa poco espacio y puede cambiar fácilmente entre dos configuraciones para comunicarse con satélites o con dispositivos en tierra sin necesidad de energía adicional.
En su forma más compacta, la antena es un anillo hueco de poco más de unos 3 centímetros de alto y unos 12 centímetros de ancho (no mucho más grande que una pulsera) y pesa unos 40 gramos.
Con esta forma, es capaz de llegar a los satélites con una señal de alta potencia enviada en una dirección concreta.
Cuando se estira hasta unos 30 centímetros, la antena envía una señal de menor potencia en todas direcciones, más parecida a la de un rúter wifi.
Pasar de un estado a otro es tan sencillo como estirar la antena o apretarla.
Estos movimientos ni siquiera necesitan ser especialmente precisos porque, una vez que la antena se mueve más allá de un cierto punto, la estructura se encaja en la posición correcta.
El tamaño y la forma concretos que adopta la antena en cada estado determinan en qué frecuencias se comunica.
Fuente: Nature Communications