En un estudio piloto, científicos han sido capaces de adiestrar a dos perras para que reconozcan señales de estrés en el aliento de personas que han estado reflexionando sobre sus experiencias traumáticas pasadas.
El avance abre nuevas vías preventivas y terapéuticas para manejar el trastorno de estrés postraumático.
El sensible olfato de los perros puede detectar las primeras señales de alerta de muchas situaciones médicas potencialmente peligrosas, como una convulsión inminente o una hipoglucemia repentina.
Ahora, científicos han encontrado pruebas de que los perros de asistencia podrían incluso ser capaces de olfatear la inminencia de un recuerdo asociado al trastorno por estrés postraumático (TEPT).
Y no solo eso, sino que han enseñando a dos perros a alertar de cambios en la respiración de personas a las que se les ha venido a la cabeza traumas del pasado.
“Los perros de asistencia para el TEPT ya están adiestrados para ayudar a las personas durante episodios de angustia, explica Laura Kiiroja, de la Universidad de Dalhousie, en Canadá, y principal autora del artículo.
Y añade: Sin embargo, actualmente los perros están adiestrados para responder a señales conductuales y físicas.
Nuestro estudio demuestra que al menos algunos perros también pueden detectar estos episodios a través del aliento.”
El TEPT es una condición de salud mental que algunas personas desarrollan después de experimentar o presenciar un evento traumático, como un desastre natural, un accidente grave, un ataque terrorista, combatir en una guerra, una violación o cualquier otro tipo de violencia extrema; alteraciones en el pensamiento y el estado de ánimo y cambios en la reactividad física y emocional.
Estos últimos son también conocidos como síntomas de activación e incluyen estar fácilmente sobresaltado o asustado, comportamiento vigilante o estar siempre en guardia, problemas para dormir, irritabilidad, ataques de ira, problemas de concentración, y reacciones de sobresalto exageradas.
Entre otras formas de asistencia, los perros pueden ayudar a los pacientes alertando e interrumpiendo los episodios en que sus compañeros luchan contra sus síntomas.
Si los perros pudieran responder a los marcadores de estrés en el aliento, podrían interrumpir los episodios en una fase más temprana, con lo que sus intervenciones serían más eficaces.
Todos los seres humanos tenemos un perfil olfativo de compuestos orgánicos volátiles (COV), moléculas emitidas por el cuerpo en secreciones como el sudor, en el que influyen nuestra genética, la edad, las actividades y otras variables.
Hay indicios de que los perros pueden detectar COV relacionados con el estrés humano.
Sin embargo, ningún estudio ha investigado si nuestros amigos peludos podrían aprender a detectar los compuestos orgánicos volátiles asociados a los síntomas del TEPT.
“Se trata de una colaboración multidisciplinar entre el Laboratorio de Psicología Clínica de la doctora Sherry Stewart y el Laboratorio de Olfato canino del doctor Simon Gadbois, ambos de la Universidad de Dalhousie, explica Kiiroja.
Y continúa: Ninguno de los dos laboratorios podría haber hecho este trabajo por sí solo. Hemos reunido dos fuentes de conocimientos distintos.
Los científicos reclutaron a veintiséis voluntarios como donantes de olor.
Estos también formaban parte de un estudio sobre las reacciones de las personas que han experimentado trauma a los recordatorios de dicho trauma; el 54% cumplió con los requisitos diagnósticos para el TEPT.
Para donar olores, asistieron a sesiones donde se les recordaba sus experiencias traumáticas mientras usaban diferentes máscaras faciales.
Una máscara proporcionaba una muestra de aliento calmada que actuaba como control, y otra se usaba mientras los participantes recordaban su trauma, proporcionaba una muestra de aliento objetivo.
Los participantes también completaron un cuestionario sobre sus niveles de estrés y sus emociones.
Mientras tanto, los científicos seleccionaron a veiniticinco perros domésticos para entrenarlos en la detección de olores.
Solo dos tenían la habilidad y motivación suficientes para completar el estudio: Ivy y Callie.
“Tanto Ivy como Callie encontraban este trabajo intrínsecamente motivador“, confiesa Kiiroja.
Y añade: Su apetito ilimitado por deliciosas golosinas también fue un activo.
De hecho, resultó mucho más difícil convencerlas de tomar un descanso que de comenzar a trabajar. Callie, en particular, se aseguró de que no hubiera dilaciones“.
Se entrenó a Ivy y Callie para que reconocieran el olor de muestras de mascarilla, con una precisión del 90% para distinguir entre un retal expuesto al estrés del voluntario y otro de momentos de calma.
A continuación, se les presentó una serie de muestras, una cada vez, para ver si seguían detectando con precisión los COV del estrés.
En este segundo experimento, Ivy alcanzó una precisión del 74% y Callie. del 81%.
La comparación de las identificaciones correctas de Callie e Ivy con las emociones declaradas por los participantes humanos reveló que el rendimiento de Ivy se correlacionaba con la ansiedad, mientras que el de Callie lo hacía con la vergüenza.
“Aunque ambos perros obtuvieron resultados muy precisos, parecían tener una idea ligeramente distinta de lo que consideraban una muestra de aliento estresada, explica Kiiroja.
Y añade: Especulamos con la idea de que Ivy estaba en sintonía con las hormonas del eje simpático-adreno-medular, como la adrenalina; y Callie estaba orientada a las hormonas del eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal, caso del cortisol.
Se trata de un conocimiento importante para el adiestramiento de perros de servicio, ya que para alertar de los síntomas iniciales del TEPT se requiere sensibilidad a las hormonas del eje simpático-adreno-medular.“
Má adelante, el equipo de la Universidad de Dalhousie planea realizar experimentos para confirmar la implicación del eje simpático-adreno-medular.
“Con cuarenta conjuntos de muestras, el nuestro es un estudio de prueba de concepto que debe ser validado por estudios con muestras de mayor tamaño.
Y concluye: “Además de inscribir a más participantes, los estudios de validación deben recoger muestras de un mayor número de eventos estresantes para confirmar la capacidad de los perros para detectar de forma fiable los COV de estrés en el aliento de un humano a través de diferentes contextos.”
Fuente: Frontiers