Desarrollan un microprocesador flexible, programable y sin silicio que requiere sólo 6 mW de potencia

Desarrollan un microprocesador flexible, programable y sin silicio que requiere sólo 6 mW de potencia

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Un equipo de ingenieros de microchips de Pragmatic Semiconductor, en colaboración con un par de colegas de la Universidad de Harvard y otro de Qamcom, ha desarrollado un microprocesador RISC-V flexible, programable y sin silicio de 32 bits.

En los últimos años, los fabricantes de hardware han estado desarrollando microprocesadores flexibles para su uso en aplicaciones médicas.

Un dispositivo flexible con componentes flexibles permitiría la creación de sensores de 24 horas que podrían aplicarse a cualquier parte del cuerpo.

Para este nuevo proyecto, el equipo de investigación desarrolló una placa de circuito barata que podría doblarse alrededor de prácticamente cualquier objeto curvo.

El material se fabricó utilizando óxido de indio, galio y zinc en lugar del silicio más rígido.

Durante las pruebas, los investigadores descubrieron que una muestra plana podía doblarse completamente alrededor de un lápiz sin que se agrietara.

También descubrieron que el material era apto para la impresión con transistores IGZO. El resultado fue un procesador RISC que el equipo llama Flex-RV.

Los chips de demostración hasta ahora tienen un tamaño de núcleo de 17,5 milímetros cuadrados y 12.600 puertas lógicas, lo que limita su velocidad a 60 kHz.

También ejecutan la arquitectura RISC-V de código abierto.

Los procesadores no serían lo suficientemente rápidos para aplicaciones importantes, pero son más que capaces de procesar estadísticas vitales como la frecuencia cardíaca o la temperatura corporal.

Los investigadores señalan que los procesadores requieren solo 6 mW de potencia.

El equipo ha calculado que los procesadores podrían fabricarse por tan solo US$1, lo que los hace desechables.

Las pruebas realizadas hasta ahora han demostrado que el procesador es capaz de funcionar doblado en muchas configuraciones.

El equipo sugiere que una aplicación ideal sería un parche de ECG colocado en el pecho de un paciente, junto con electrodos que podrían captar las características del ritmo cardíaco, lo que permitiría a un médico controlar la arritmia u otras dolencias.

Debido a que el procesador se aplicaría al pecho, no se requiere procesamiento externo, como por ejemplo mediante un teléfono inteligente.

Fuente: Nature

 

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