En junio del año pasado se observó desde el telescopio ATLAS de Hawaii un nuevo objeto en el cielo similar a una supernova, pero su brillo máximo fue mucho más alto y desaparecía mucho más rápido que el de una supernova habitual.
Estas diferencias hicieron saltar las alarmas a los astrónomos, de modo que volcaron sus observaciones hacia él, y han concluido que se trata del nacimiento de un agujero negro.
A la supernova se le llama “la vaca” (un nombre peculiar pero cuya explicación ahora veremos), y un equipo de 45 astrónomos cree que se trata de la primera vez que el ser humano caza el momento en el que una estrella muere para dar lugar a un agujero negro.
Los resultados de la investigación se han presentado en la reunión anual de la American Astronomical Society en Seattle (Washington, Estados Unidos), y será publicado pronto en el Astrophysical Journal.
Hablamos de supernova cuando una estrella masiva explota o “muere”, aunque de esta explosión se forma un agujero negro o una estrella de neutrones.
Hablamos de ellas por ejemplo cuando Víctor Buso, un astrónomo aficionado, descubrió una por casualidad, lo cual fue relevante dada la dificultad de dar con ellas.
En este caso se observó un objeto con un comportamiento algo anómalo al que se denominó AT2018cow, de ahí que no mucho más tarde se le quedase el mote de “vaca” (cow es vaca en inglés).
Vaca se encuentra en la galaxia CGCG 137-068 a “tan sólo” 200 millones de años luz la Vía Láctea, mirando hacia la constelación de Hércules.
Vaca fue desde el principio algo especial porque fue la supernova más cercana que se ha detectado, de modo que permitió a los astrónomos observarla con un detalle sin precedentes, tal y como explican en National Geographic.
Decíamos que su brillo máximo resultó algo fuera de lo normal, y de hecho se registró un brillo diez veces superior a una explosión estándar de una estrella (detectado en rayos X).
Un brillo que además se atenuó en días, cuando normalmente el brillo de las supernovas tarda unas semanas en disminuir.
Esto se sumó a que los residuos expulsados de la explosión fueron mucho menores (y de composición distinta) a los esperados, además de que la radiación tampoco era la esperada.
Incluso llegaron a pensar que se estaba tratando de errores humanos, como cuenta la directora del equipo Raffaella Margutti (astrofísica en la Universidad Northwestern), la cual cataloga el descubrimiento como “un objetivo que habían estado esperando durante años”.
De este modo, lo que concluyen es que “la vaca” es la formación de un agujero negro o una estrella de neutrones.
Algo que hasta ahora no se había observado justo después de nacer, y que puede representar una nueva clase de objetos dentro de la categoría existente de “objetos transitorios luminosos rápidos”.
Queda por investigar sobre la misma vaca, en cuanto a cómo funciona su “motor central” (es decir, el núcleo, más allá de los escombros observados).
Se considera que se trata de un motor central compacto que lanza rayos X de alta energía y que está cubierto por una masa amorfa y asimétrica de material proveniente de algún tipo de explosión.
Lo que creen es que este evento anómalo podrá ayudar a que los astrónomos entiendan mejor la física del nacimiento de un agujero negro o una estrella de neutrones.
Fuente: Xataca
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