Se ha presentado un espectacular ejemplo de polimerización y fabricación de cables in vivo, en plantas, con el resultado de una rosa capaz de ejercer de supercondensador.
El nuevo e insólito logro es el nuevo paso en una fascinante línea de investigación y desarrollo que ya causó sensación en noviembre de 2015, cuando el grupo de investigación dio a conocer públicamente su logro consistente en unas rosas que absorbieron una solución de polímero conductor.
Se formó un hidrogel conductor en el tallo de la rosa, en forma de cables.
Con un electrodo en cada extremo y una puerta en medio, se creó un transistor completamente funcional.
Los resultados fueron presentados en la revista Science Advances y han despertado un considerable interés en la comunidad científica.
Un miembro del grupo, Roger Gabrielsson, de la Universidad de Linköping en Suecia, ha desarrollado ahora un material diseñado especialmente para esta clase de aplicaciones.
Manipulando las proteínas contenidas en las tilacoides (las estructuras presentes en las células vegetales y que son causantes de la captura y almacenamiento de la energía del sol), los científicos consiguieron interrumpir la vía por la que fluyen los electrones.
Además, las tilacoides modificadas fueron inmovilizadas en un soporte diseñado con nanotubos de carbono (50.000 veces más finos que un cabello humano).
Una vez insertadas en el soporte de nanotubos de carbono, estos actuaron como un conductor eléctrico, capturando los electrones liberados por el material vegetal y enviándolos por un cable.
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El fluido innato que fluye dentro de la rosa contribuye a crear hilos largos y conductores, no solo en el tallo sino también a lo largo de toda la planta, hasta las hojas y los pétalos.
Gabrielsson, Eleni Stavrinidou y sus colaboradores han conseguido cargar eléctricamente la rosa de forma repetida, durante cientos de veces, sin pérdidas en el rendimiento del “dispositivo” o “ente”.
Los niveles de almacenamiento de energía que han alcanzado son del mismo orden de magnitud que los de los supercondensadores.
La planta, pues, sin ninguna forma de optimización del sistema, puede energizar potencialmente dispositivos como por ejemplo una bomba de iones o sensores de varios tipos.
Esta línea de investigación y desarrollo se halla todavía en una etapa muy temprana, y lo que traerá el futuro es una cuestión aún abierta, tal como matiza Stavrinidou.
Este nuevo material permitirá en el futuro utilizar la energía de la fotosíntesis para alimentar una célula de combustible o incluso registrar y regular el crecimiento y otras funciones internas de las plantas.
Si esta exótica tecnología prospera lo suficiente, cabe esperar para el futuro logros como nuevos sistemas de energía autónomos, la posibilidad de recolectar electricidad de vegetales para energizar sensores y conmutadores, y la de crear células de combustible dentro de plantas.
Fuentes: Noticias de la Ciencia, Gizmodo, Muy Interesante
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