Dos estudios financiados por el Cancer Research UK y realizados por el Oxford Population Health han descubierto proteínas en la sangre que podrían advertirnos con siete o más años de antelación de que un cáncer está en camino.
Científicos identificaron 618 proteínas vinculadas a diecinueve tipos diferentes de cáncer.
En esta colección de proteínas, se incluyen 107 aisladas de un grupo de personas cuya sangre fue recolectada al menos siete años antes de que se les diagnosticara una enfermedad oncológica.
El equipo de investigadores ha descubierto que estas proteínas podrían estar involucradas en las primeras etapas del cáncer, momento en el que resulta más sencillo atajarlo de raíz.
Creen que algunas de dichas proteínas podrían usarse para diseñar un test sanguíneo capaz de sacar a la luz las primeras células cancerosas que años después acabarán desatando un tumor maligno.
En el futuro, este avance médico podría ayudar a tratar la enfermedad en una etapa mucho más precoz de lo que hoy resulta posible detectar e incluso prevenirla por completo.
Dar caza a un cáncer lo antes posible es crucial por varias razones. En primer lugar, mejora las tasas de supervivencia.
Cuando el cáncer se diagnostica en sus etapas iniciales, las posibilidades de tratamiento exitoso son mucho mayores.
Durante las primeras fases, el cáncer suele estar más localizado y es menos probable que se haya extendido a otras partes del cuerpo, lo que facilita su eliminación completa.
En segundo lugar, el tratamiento precoz a menudo permite el uso de terapias menos agresivas y menos invasivas.
Por ejemplo, en lugar de necesitar quimioterapia o cirugía extensa, los pacientes pueden ser tratados con cirugía menor, radioterapia localizada o incluso terapias menos invasivas, como es el caso de la terapia hormonal.
En tercer lugar, localizar el cáncer en sus inicios puede, por un lado, reducir considerablemente la carga de los síntomas relacionados con esta enfermedad y, por otro, los efectos secundarios del tratamiento.
Esto significa que los pacientes pueden mantener una mejor calidad de vida durante y después del tratamiento.
Por último, en las etapas iniciales, el cáncer tiene menos probabilidades de que se disemine por el organismo, como ya se ha adelantado, mediante un mecanismo conocido como metástasis.
De sobra es conocido que cuando las células cancerosas se diseminan, rebajan la eficacia de los tratamientos oncológicos y reducen las tasas de supervivencia.
Así, por ejemplo, los oncólogos estiman que se podrían curar hasta el 90 % de los casos de cáncer de colon y recto si se detectan precozmente.
En el caso del cáncer de mama, la detección temprana puede reducir entre el 25 % y el 31 % la mortalidad, según la Asociación Española contra el Cáncer.
Es por ello por lo que dar con las primeras señales de la presencia de células cancerosas en el cuerpo constituye un reto para la ciencia moderna.
El Cancer Research UK está financiando a investigadores para detectar los primeros signos de cáncer como parte de su estrategia a largo plazo con el propósito de prevenir esta enfermedad a través de la investigación.
En estos estudios, el equipo del Oxford Population Health utilizó una técnica poderosa llamada proteómica.
Esta permite a los científicos analizar un gran conjunto de proteínas en muestras de tejido en un momento concreto y bajo condiciones específicas, para ver cómo interactúan entre sí y encontrar diferencias importantes en las proteínas de diferentes muestras de tejido.
En el primer estudio, los científicos analizaron muestras de sangre del UK Biobank, un proyecto de investigación a gran escala que recopila datos de salud y biomédicos de aproximadamente 500.000 participantes del Reino Unido, que fueron tomadas de más de 44.000 personas; de ellas, 4.900 recibieron posteriormente un diagnóstico de cáncer.
Con la ayuda de la proteómica, el equipo científico analizó un conjunto de 1.463 proteínas de una única muestra de sangre de cada persona.
Compararon las proteínas de personas que fueron y no fueron diagnosticadas con cáncer, y buscaron diferencias importantes entre ellas para descubrir qué proteínas estaban vinculadas al riesgo de cáncer.
Los científicos también identificaron 182 proteínas que circulaban por la sangre tres años antes de que se produjera un diagnóstico de cáncer.
En el segundo estudio, los científicos analizaron datos genéticos de más de 300.000 casos de cáncer para profundizar en qué proteínas sanguíneas estaban involucradas en el desarrollo del cáncer y cuáles podrían ser la diana de nuevas terapias oncológicas.
Los investigadores se toparon con cuarenta proteínas sanguíneas que influían en el riesgo de que una persona pudiera padecer nueve tipos diferentes de cáncer.
Aunque alterar estas proteínas puede aumentar o disminuir las posibilidades de que alguien desarrolle cáncer, los científicos también encontraron que en algunos casos esta intervención puede tener efectos secundarios indeseables.
Sin embargo, el equipo enfatiza en que necesitarán hacer más investigaciones para determinar cuál es el papel exacto que juegan estas proteínas en la génesis del cáncer, cuáles de ellas son las más idóneas para realizar test de diagnóstico, cuáles de estos podrían desarrollarse para localizar las proteínas en la práctica clínica y qué medicamentos podrían dirigirse contra ellas.
«Para salvar más vidas del cáncer, necesitamos comprender mejor qué sucede en las primeras etapas de la enfermedad, dice la doctora Keren Papier, epidemióloga del Oxford Population Health y coautora del primer estudio en una nota de prensa.
Y añade:
Los datos de miles de personas con cáncer han revelado ideas realmente interesantes sobre cómo las proteínas sanguíneas pueden afectar a nuestro riesgo de padecer cáncer.
Ahora necesitamos estudiar estas proteínas en profundidad para ver cuáles de ellas podrían usarse de manera confiable en la prevención del cáncer».
En palabras del doctor Joshua Atkins, epidemiólogo genómico del Oxford Population Health y coautor del primer estudio, «los genes con los que nacemos y las proteínas que se producen a partir de ellos influyen enormemente en el modo en que se inicia y crece el cáncer.
Gracias a los miles de personas que dieron muestras de sangre al UK Biobank, estamos construyendo una imagen mucho más completa de cómo influyen los genes en el desarrollo del cáncer a lo largo de muchos años».
«Hemos predicho cómo podría responder el organismo a los fármacos dirigidos a proteínas específicas, incluidos muchos efectos secundarios potenciales, confiesa el doctor Karl Smith-Byrne, epidemiólogo molecular del Oxford Population Health que ha participado en los dos trabajos.
Y continúa:
Antes de acometer ensayos clínicos, tenemos que tener claro cuáles son las proteínas que debemos evitar, debido a los efectos secundarios no deseados que pueden desencadenar.
Esta investigación nos acerca a la posibilidad de prevenir el cáncer con fármacos dirigidos, algo que antes se creía imposible pero que ahora es mucho más alcanzable».
Para poder prevenir el cáncer, necesitamos comprender los factores que impulsan las fases más tempranas de su desarrollo.
«Estos estudios son importantes porque aportan muchas pistas nuevas sobre las causas y la biología de múltiples tipos de cáncer, incluida la comprensión de lo que ocurre años antes de que se diagnostique la enfermedad», explica Ruth Travis, epidemióloga molecular del Oxford Population Health y autora principal de ambos estudios.
Travis está convencida de la eficacia de esta estrategia de la proteómica:
«Ahora disponemos de una tecnología que permite analizar miles de proteínas en miles de casos de cáncer, e identificar cuáles desempeñan un papel en el desarrollo de tumores específicos y cuáles podrían tener efectos comunes en múltiples tipos de cáncer».
«Prevenir el cáncer significa estar atentos a los primeros signos de alerta de la enfermedad.
Ello implica una investigación intensa y minuciosa para encontrar las señales moleculares a las que debemos prestar mayor atención, dice el doctor Iain Foulkes, director de Investigación e Innovación en el Cancer Research UK.
Y concluye:
Los descubrimientos de esta investigación son el primer paso crucial para ofrecer terapias preventivas, que es la vía definitiva para dar a la gente vidas más largas y mejores, libres del miedo al cáncer».
Fuente:
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