La compañía Orbital Assembly pretende poner en marcha un hotel espacial dotado con gravedad artificial gracias al movimiento rotatorio que le permite su forma de rueda.
De momento, han proyectado dos opciones de tamaños diferentes.
La compañía nació con un objetivo muy claro: poner el espacio a disposición de todo el mundo.
Si bien a día de hoy la Estación Espacial Internacional (EEI) está empezando a incluir sus primeras visitas civiles, sus instalaciones están destinadas casi por completo a la investigación.
E incluso en el caso de los civiles, enviados hasta allí por primera vez por la compañía Axiom Space, tendrían que lidiar con los obstáculos presentados por la microgravedad.
Por lo tanto, lo que pretende Orbital Assembly con su hotel espacial es otorgar a los viajeros un espacio más cómodo.
En él se podrían realizar investigaciones privadas, pero también sería posible ir a pasar unas vacaciones.
Incluso se pondrían oficinas a disposición de empresas que quisieran realizar allí cualquier tipo de actividad.
Las comodidades en el mobiliario harían de las estancias algo más parecido a un resort que a un centro de investigación.
Pero, sobre todo, la mayor comodidad será la que proporcione la gravedad artificial.
Una gravedad obtenida gracias a la forma de rueda de este curioso hotel espacial.
Cuando el cuerpo humano se expone a la microgravedad o la gravedad cero, debe lidiar con un gran número de problemas.
Estos van desde alteraciones en el microbioma hasta la aparición de cálculos renales, pasando, entre otros problemas, por atrofia muscular, problemas de vista y algo conocido como síndrome de adaptación espacial.
Este último se caracteriza por síntomas como náuseas, dolor de cabeza, fatiga, vómitos y congestión.
Además, no podemos olvidar el hándicap de la redistribución de fluidos en el cuerpo.
Esta puede dificultar tareas relativamente prescindibles, como la eyaculación, pero también afecta a otras mucho más necesarias, como la distribución de la sangre por todo el cuerpo.
Afortunadamente, el organismo humano se acaba adaptando a todo esto.
Según ha explicado en una de sus intervenciones en SUTUS el director de operaciones de Orbital Assembly, Tim Alatorre, algunas de estas adaptaciones son inmediatas.
Sin embargo, la mayoría tardan al menos entre un mes y mes y medio.
Esto podría ser aceptable para astronautas entrenados.
Pero no para quienes simplemente emprenden un viaje de negocios o placer.
El equipo de Orbital Assembly lleva años buscando soluciones a este problema.
Y finalmente han encontrado la solución con el diseño de módulos en forma de rueda, cuyo giro favorece una gravedad artificial heterogénea, que depende del lugar en el que se encuentre cada persona.
Ya a finales del siglo XIX se comenzó a hablar de la forma de obtener una gravedad artificial.
Los primeros cálculos llevaron a la conclusión de que podría conseguirse mediante un movimiento rotatorio.
Para comprenderlo podemos imaginar un cubo lleno de agua.
Si lo volcamos, como es lógico, el agua se derramará.
Sin embargo, si lo volcamos a la vez que lo giramos muy deprisa, veremos como el agua se desplaza hacia las paredes del recipiente, sin salir de él.
Podría verse como si una fuerza de la gravedad ficticia empujase el líquido hacia esas paredes.
El nivel de esa atracción variará dependiendo de dos variables, la velocidad a la que se mueve, y su tamaño.
Por lo tanto, jugando con esto, los científicos a lo largo de los años han ido analizando cómo podría ser esa estación espacial perfecta en la que la microgravedad no es un problema.
Y esa es precisamente la clave del hotel espacial de Orbital Assembly.
De hecho, la compañía pretende comenzar por el lanzamiento de dos instalaciones formadas por ruedas de distinto tamaño, que se mueven a una velocidad adaptada a sus dimensiones.
El más pequeño de los dos tipos de hotel espacial es el Pioneer, una pequeña rueda que se espera que pueda albergar a 28 personas, contando tripulación y turistas o investigadores.
En cuanto a la rueda más grande, bautizada como Voyager, en ella podrían llegar a alojarse 300 personas de una sola vez.
Los vehículos que llevasen a los turistas hasta allí se acoplarían a la estación, que se mantendría en constante rotación.
Ambas estaciones cuentan con la peculiaridad de que la gravedad artificial se acercará en las partes más cercanas a las paredes, mientras que hacia el centro sí que se experimentaría microgravedad.
Volviendo al cubo, en las paredes estaría el agua afectada por el movimiento en círculos.
Ahí se podría asistir a la cafetería del hotel o dar un paseo mirando las vistas.
En el centro, en cambio, se podrían realizar experimentos en microgravedad.
No obstante, las comodidades serían mayores en Voyager.
Pioneer limitaría esa gravedad artificial a las duchas o los comedores, para que los huéspedes puedan comer sentados, sin que su comida salga flotando por el aire.
Pero la más pequeña también cuenta con la ventaja de que podría estar lista mucho antes.
Según Alatorre, calculan que podrían lanzar en primer módulo en un plazo de dos años.
En cambio, para Voyager habría que esperar hasta 2027.
Es un proceso lento, ya que la rueda no puede lanzarse de una sola vez, sino pieza a pieza.
Así, cuanto más grande sea el hotel espacial, más tiempo tardaría en estar listo.
Mientras tanto, todo el equipo de Orbital Assembly sigue buscando financiación y colaboradores que se unan al proyecto.
Un proyecto que ahora mismo parece sacado de un capítulo de For All Mankind, pero que está cada vez más cerca de convertirse en realidad.
Fuente: Orbital Assembly