Gracias al interés de Alan Turing para que sus máquinas fueran capaces de interpretar notas, 65 años después disfrutamos de las primeras tonadas digitales de una canción, marcando un momento histórico.
Hace ya más de medio siglo desde que Alan Turing encendiese las llamas de la computación.
De aquellos míticos momentos solo nos quedan recuerdos y crónicas para recordar el trabajo que le abrió las puertas de una nueva era a la humanidad.
Al día de hoy, el primer computador construido por el genio yace despedazado más allá de la posibilidad de reconstrucción.
Por ello, cuando los investigadores de la Universidad de Canterbury, en Nueva Zelanda, se encontraron con aquél disco de acetato supieron desde el primer momento que estaban ante una pieza única en el tiempo.
En él se encuentran grabadas las primeras “notas” digitales que componen la primera melodía digital jamás compuesta, gracias al computador de Turing. Pero todavía quedaba mucho por hacer.
Imaginemos el Computing Machine Laboratory, en el Manchester de los años cincuenta.
En su sótano se escondía la llave al futuro: el Manchester Mark I (y los restos de sus antecesores) ocupaban prácticamente todo el espacio.
Este era parte de los estudios que convertirían la computación en algo asequible y eficiente para la vida moderna. Pero los inicios fueron discretos.
Turing se mostró muy interesado en programar sus computadoras para que fuesen capaces de interpretar notas musicales al final de los 40.
Sin embargo, cuentan que nunca mostró especial interés en componer la música en sí misma.
En algún momento entre 1948 y 1951, el legendario descifrador de códigos, programada una computadora (el Mark I y su sucesor, el Mark II) para hacer un sonido, esencialmente un clic, que podría repetir con la suficiente rapidez para crear un solo tono.
Alterarando el orden de clics crea diferentes notas. El resultado es algo parecido a un violín ligeramente roto.
Así, fue la BBC la que hace 65 años (1.951) grabó la primera tonada digital mientras era reproducida por una de las máquinas de Alan Turing.
Cuando se hicieron con el disco, redondo y negro, de unos treinta centímetros y medio, observaron que este contenía unas tres melodías.
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Pero al escucharlas pronto se dieron cuenta de que estaban distorsionadas.
“Las frecuencias no era precisas”, explica para The Guardian Jack Copeland, profesor de la UC de Nueva Zelanda y el compositor Jason Long.
“Sólo se escuchaba un sonido lejanamente parecido al original”.
Así que tuvieron que “decodificar” las melodías ajustando las velocidades, compensando la distorsión y filtrando el ruido extraño y los artefactos hasta conseguir que las melodías sonaran correctamente.
“Fue un momento maravilloso”, explicaban los autores del trabajo, “cuando por escuchamos por primera vez el verdadero sonido del ordenador de Turing”. Y es que no es para menos.
Pues se encontraban ante el recuerdo de un momento histórico sin precedentes, un instante grabado en el acetato por más de sesenta años.
Y ahora, gracias al mundo digital en el que vivimos, todos podemos escuchar las mismas notas y melodías obtenidas en el laboratorio, tras la restauración.
Las melodías grabadas, como decíamos, son el himno de Inglaterra, la nana Baa baa blacksheep y la canción, por entonces un hit, In the Mood de Glenn Miller.
El disco guardaba la grabación del personal de la BBC escuchando al computador con fallos, reintentos y comentarios durante la sesión musical.
Aunque Alan Turing se tomó muchas molestias en hacer que su máquina fuera capaz de interpretar notas, cuentan las fuentes de The Guardian que no prestó demasiada atención a unir dichas notas en canciones.
Así, la primera melodía interpretada por un computador fue Christopher Strachey, un profesor e investigador en computación, quien se encargó de programar la máquina para interpretar las tonadas.
Según contó en su momento el propio Strachey, Turing se mostró curiosamente taciturno cuando este le mostró el resultado de la melodía.
Pero insistimos, no olvidemos que fue Alan Turing quién mostró interés desde el primer momento en programar sus máquinas para que pudieran interpretar notas musicales.
Un detalle más que agradecerle al reconocido y maltratado padre de la computación moderna, a quién el debemos la base tecnológica de todo lo que hacemos cada día y quién fue tratado muy desagradecidamente por la historia.
Fuentes: Hipertextual, Mashable, ABC, Gizmodo
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