Japón nunca deja de sorprendernos y su idea en esta ocasión es cambiar por completo el concepto del auto del futuro que tenemos.
No hablan de motores ni de combustible, si no de la propuesta que llevan más de diez años investigando: carros de nanofibra de celulosa.
Un material con el que se muestran muy seguros de conseguir metas nada fáciles: autos que dejen apenas huella de carbono en su fabricación y que logren reducir tanto las emisiones como para conseguir los objetivos del Acuerdo de París de 2015 contra el cambio climático. ¿Cómo?
Con este material que, según aseguran, pesa una quinta parte de lo que pesa el acero y es cinco veces más resistente.
Se trata de un proyecto de investigación llevado a cabo por la Universidad de Kioto y hasta 22 instituciones y marcas, entre las que se encuentra Toyota.
Avalado por el Ministerio de Medio Ambiente del país, que ve el potencial suficiente como para que la industria cambie en Japón y (con tiempo y más inversión) se obtengan carros fabricados en nanofibra de celulosa (CNF) obtenida de las plantas, concretamente de los árboles de esta región.
El material ha demostrado ser muy resistente en estudios previos, siendo un biomaterial más fuerte que el acero e incluso que la seda.
Y el origen es la corteza de los árboles (las más fibrosas), por ello estos investigadores hablan de “un carro natural hecho de árboles”, así tal cual.
Tal y como explican, la estructura química de la CNF se transforma con el fin de hacerla compatible con la resina (eliminando la lignina y la hemicelulosa), y a medida que las nanofibras se amasan con la resina la mezcla se hace más resistente.
El carro, llamado NCV (Nanocellulose Vehicle), se trata de un proyecto que aún está en fases prematuras, habiendo fabricado algunas piezas de los interiores y los sistemas del carro (aire acondicionado, etc.).
El panorama que exponen es que en Japón el 20% de los gases con efecto invernadero que se emiten vienen del transporte, según el doctor Hirofumi Aizawa (que trabaja para el ministerio de medio ambiente de Japón).
Viendo los datos sobre emisiones que tienen, para cumplir con el acuerdo de París hay que reducir un 80% de las actuales, por lo que ven posible que el NCV sea una ayuda.
Las propiedades y ventajas de la CNF que exponen, en concreto el profesor Hiroyuky Yano (de la Universidad de Kioto), son las siguientes:
El carro es más ligero: consume menos combustible.
No es más frágil: pesa cinco veces menos que el acero y es más resistente.
Su fabricación deja menos huella de CO₂.
Bajo coeficiente de expansión lineal (aproximadamente la 1/50 parte del vidrio)
Alta reciclabilidad.
Según cuentan, llevan trabajando 10 años en este proyecto, pero como decíamos antes aunque se muestran muy positivos aún queda bastante por mejorar para que esto sea una realidad y sobre todo algo práctico.
La tecnología ha de progresar para que la nanocelulosa y otros materiales sean compatibles a la hora del montaje, y sobre todo hay que reducir los costos, además de que las cadenas de montaje deben ser eficientes y no aumentar la huella de carbono.
Lo que calculan es que si se logra la meta de reducir un 10% el peso de los automóviles (algo que quieren conseguir en 2020), se eliminan hasta 2.000 kilogramos de carbono del ciclo de vida de un carro, lo cual según sus datos equivale a las emisiones de una persona en su hogar durante un año en Japón.
Eso sí, la materia prima de la nanofibra son los bosques, lo cual se plantea como una explotación controlada “como se ha hecho históricamente en el país”, pero habría que ver qué impacto tiene si la industria automovilística japonesa empieza a tomar prestados árboles.
Fuente: Xataca