Muchos de los pacientes que reciben un trasplante renal son tratados con tacrolimus para evitar el rechazo.
Actualmente, la dosis inicial de este fármaco se decide en función solo del peso corporal de la persona.
Si después hay que ajustarla, como ocurre a menudo, se hace solo según la experiencia empírica del médico, de acuerdo con el sistema de ensayo y error.
No se tiene en cuenta, pues, que el tacrolimus tiene efectos diferentes en cada persona por muchos motivos, ni el riesgo inmunológico personal, el riesgo de efectos adversos o la calidad del riñón del donante.
Tampoco se decide la dosis según los factores genéticos, aunque se sabe que, según la persona, a veces es necesaria una dosis hasta dos veces mayor que otra para conseguir los mismos efectos.
Investigadores han estudiado la efectividad de un algoritmo de dosificación validado que incluye la edad, la proporción de glóbulos rojos en sangre (hematocrito) y la presencia de determinados indicadores genéticos en cada persona, además del conocimiento que se tiene de cómo influyen estos parámetros en el comportamiento del fármaco.
El trabajo es obra del equipo de la Dra. Núria Lloberas, del Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (IDIBELL), y del Hospital Universitario de Bellvitge (HUB) en Hospitalet de Llobregat, Barcelona.
El equipo analizó a un total de 90 pacientes trasplantados de riñón en el Hospital de Bellvitge entre 2018 y 2020.
En concreto, comparó el comportamiento del fármaco entre quienes recibieron una dosificación según el nuevo algoritmo y los que recibieron la dosificación estándar teniendo en cuenta solo el peso corporal.
El resultado fue que cinco días después del trasplante, un 55% de pacientes del primer grupo y solo un 21% del segundo grupo habían alcanzado la concentración mínima necesaria de tacrolimus.
El primer grupo necesitó 5 días y el grupo de control (el grupo “normal”) 10 días en promedio para alcanzar el nivel terapéutico deseado.
Los pacientes con dosificación individualizada, además, requirieron menos cambios en la dosis y mostraron menor variabilidad entre ellos en cuanto a la presencia efectiva del fármaco.
Después de un trasplante renal, lo habitual es que los pacientes tratados con tacrolimus estén demasiado o demasiado poco expuestos a este fármaco durante los primeros días, lo que aumenta el riesgo de complicaciones.
El hecho de poder alcanzar antes los niveles adecuados puede significar una reducción del riesgo de rechazo y de los casos de toxicidad causada por el fármaco.
Según destaca la Dra. Núria Lloberas, investigadora principal del grupo de nefrología y trasplante renal del IDIBELL, “sería deseable que la estrategia que hemos testeado fuera adoptada en la mayoría de unidades de trasplante renal.
Se trata de una aproximación relativamente fácil y barata, que requiere solo un estudio farmacogenético previo al trasplante y detección de unas pocas variables clínicas y analíticas”.
Un comentario editorial elogia el diseño y la ejecución del trabajo y subraya que «puede representar el comienzo de la medicina de precisión en el trasplante renal».
Según los autores del artículo editorial, el trabajo realizado en Bellvitge marca el camino a seguir, que debe pasar, según afirman, para ir añadiendo al algoritmo nuevos parámetros que refuercen su papel de guía para una terapia plenamente personalizada.
Fuente: Kidney International