A menudo cuando se habla de aviación eléctrica uno piensa casi de forma mecánica en las naves de compañías como Kitty Hawk, o AutoFlight, enfocadas a la movilidad urbana, en distancias más o menos cortas.
Son rápidas, mucho más espectaculares y, claro está, se desplazan por el aire; pero en el fondo no dejan de ser una especie de taxis voladores.
¿Y si cambiásemos el foco y usásemos los aviones eléctricos para viajes de mayor radio, similares a los de los aviones al uso?
Desde hace ya algún tiempo hay empresas que tienen la vista puesta en ese potencial nicho de negocio y buscan ampliar un sector aún en pañales.
A finales de 2021 Wright Electric, por ejemplo, presentó un concepto de avión eléctrico con cien asientos con el que aspira a eliminar las emisiones contaminantes en los trayectos de menos de 1.300 kilómetros.
En esa misma carrera la compañía Beta Technologies acaba de dar un paso significativo.
La empresa, con sede en Vermont (Estados Unidos), ha completado un viaje de 2.258 kilómetros entre Nueva York y Arkansas.
La misión se prolongó en total unas ocho jornadas, tiempo durante el que la aeronave estuvo en el aire alrededor de 12 horas.
¿Cómo lo logró? Gracias a su propia aeronave, Alia, y el apoyo de una tupida red de puestos de carga que le permitieron salvar uno de los grandes hándicaps de los aviones eléctricos, la autonomía.
La compañía dispone de 60 puestos ya en marcha o proyectados que se reparten entre Indiana, Nueva León y Vermont.
“Diseñados para ser multimodales, nuestros cargadores aportan la energía necesaria para cargar vehículos eléctricos de manera segura, rápida y eficiente tanto en tierra como en el aire, integrándose con la infraestructura de transporte existente en cualquier entorno”, señala.
Alia despegó el 23 de mayo del Aeropuerto Internacional de Plattsurgh, en el este de Nueva York, y aterrizó el lunes siguiente, día 30, en su destino, en Bentonville, Arkansas.
Entremedias realizó siete paradas.
La prueba la completaron dos pilotos que se turnaron a lo largo del viaje y se intercalaban entre Alia y un avión modelo Cessna Caravan que lo acompañaba en el periplo.
En cuanto a la aeronave, Alia-250 es un avión eléctrico de 15,2 metros de envergadura y un peso máximo de despegue de 3.174 kilos.
Su tiempo de recarga es de 50 minutos y su rango de 250 millas náuticas.
La compañía ha diseñado una versión para pasajeros y otro para mercancías.
“Creo que con este tipo de vuelo, a un nivel muy alto, cambiamos la imagen de lo que es la aviación eléctrica.
No es un avión que se mueve en una ciudad; no se trata de vuelos de prueba alrededor de un rango, sin tripulación.
Se trata de que pones a un par de pilotos en él y algo de carga y recorres la mitad del país”, señala Kyle Clark, CEO de Beta.
Su objetivo: demostrar que los aviones eléctricos pueden ofrecer servicio más allá de la esfera local, de los pequeños viajes.
“Es un gran paso que muestra que tener un avión eléctrico que pueda viajar largas distancias, no solo saltos cortos, es un futuro viable”, concuerda Emma Davis en Flying Magazine.
Fuente: Beta
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