Bacterias mejoran la fertilidad del regolito lunar, algo esencial para el cultivo de plantas en la Luna

Bacterias mejoran la fertilidad del regolito lunar, algo esencial para el cultivo de plantas en la Luna

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Si queremos construir una base fija en la Luna y usarla como “trampolín” para destinos más ambiciosos, como Marte, necesitamos solucionar algunos cuantos desafíos técnicos: cómo construir allí, cómo garantizar el suministro de oxígeno, agua y combustible y, por supuesto, cómo asegurar la producción de alimentos.

Los científicos llevan años devanándose los sesos buscando la mejor forma de cultivar plantas en el regolito, un esfuerzo que les ha llevado incluso a realizar pruebas a -40º C en mitad de la Antártida.

Ahora han dado con un valioso aliado que puede ayudarnos en ese propósito: un puñado de bacterias especiales.

Por lo pronto ya les ha permitido cultivar tabaco.

Lo que ha querido averiguar un grupo de científicos de la Universidad Agrícola de China, con sede en Pekín, es si podríamos aprovechar un puñado de bacterias para que en el futuro tengamos más posibilidades de que nuestros cultivos lunares salgan adelante.

¿Cómo? Con un experimento en el que usaron tres grandes ingredientes: cinco tipos de bacterias PSB, denominadas así por su capacidad para convertir fósforo insoluble en soluble; algunas semillas de Nicotiana benthamiana, una planta de tabaco autóctona de Australia muy utilizada en estudios botánicos; y una muestra que simulaba al regolito lunar traído en su día por la misión Apolo 14.

Con esos materiales dispuestos en el laboratorio, el experimento del equipo chino fue relativamente sencillo.

Los científicos probaron si las bacterias toleraban las condiciones de la copia del regolito lunar y, aún más importante, si eran o no capaces de disociar el fósforo insoluble de la muestra.

Que se centraran en ese detalle en concreto no es casualidad.

Junto al nitrógeno y potasio, el fósforo es uno de los nutrientes esenciales para los cultivos.

Luego los investigadores plantaron Nicolatina benthamiana, también conocida como “benth”, para comprobar cómo respondía y si realmente las bacterias habían mejorado la fertilidad de la muestra de terreno.

“Teniendo en cuenta que el fósforo es uno de los principales elementos que necesitan las plantas y componente clave de la fertilidad del suelo, y que supone cerca del 1% de la masa total del regolito, los estudios carecen de pruebas de que la actividad microbiana descomponga las estructuras minerales y provoquen la disociación del fósforo“, comparten.

Los resultados del equipo chino son elocuentes.

Sus resultados muestran que después de siete días de cultivo el fosfato de calcio se descompuso y la concentración de fósforo inorgánico soluble en líquido aumentó de forma notable, entre un 212,7 y 519,7%.

Durante sus análisis vieron además que las plantas que crecían en suelos tratados con bacterias mostraban un 104% más de clorofila que aquellas que lo hacían en suelos con bacterias muertas.

Que hay tres bacterias PSB especialmente interesantes. Su estudio muestra que B. mucilaginosus, B. megateriumy P. fluorescens no solo “toleran” las condiciones del regolito; además “disocian de forma eficaz el fósforo inorgánico insoluble” y hacen el terreno mucho más fértil para convertirlo en “un buen sustrato de cultivo“.

“Demostramos que es factible que las PSB mejoren el regolito de la Luna y que tienen un gran valor de aplicación y perspectivas para la futura exploración espacial”, rematan los investigadores.

“Los resultados pueden sentar las bases técnicas para el cultivo de plantas a partir de los recursos del regolito lunar en las futuras bases lunares”.

El de la Universidad Agrícola de China no es el primer estudio que busca mejorar las posibilidades de los cultivos fuera de la Tierra.

El año pasado la Universidad de Florida compartía sus propias conclusiones tras realizar plantaciones en muestras de regolito lunar, lo que les permitió averiguar cómo responden y desarrollan los vegetales en un entorno “radicalmente distinto” al de nuestro planeta.

Para su análisis usaron muestras aportadas por las misiones Apolo 11, 12 y 17 y semillas de berro.

Fuente: Nature

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