Chip neuromórfico de Intel aprende a “oler” 10 sustancias químicas peligrosas

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Podría ayudar a “narices electrónicas” a detectar armas, narcóticos y enfermedades.

De todos los sentidos, el olor es particularmente difícil de enseñar a una inteligencia artificial, pero eso no impide que los investigadores lo intenten.

Investigadores de Intel y la Universidad de Cornell entrenaron un chip neuromórfico para aprender y reconocer los olores de 10 químicos peligrosos.

En el futuro, la tecnología podría permitir que las “narices electrónicas” y los robots detecten armas, explosivos, narcóticos e incluso enfermedades.

Utilizando Loihi de Intel, un chip neuromórfico, el equipo diseñó un algoritmo basado en el circuito olfativo del cerebro.

Cuando huele algo, las moléculas estimulan las células olfativas de su nariz.

Esas células envían señales al sistema olfativo del cerebro, que luego dispara pulsos eléctricos.

Los investigadores pudieron imitar esa circuitería en los circuitos de silicio de Loihi.

Según Intel, el chip puede identificar 10 olores, incluidos acetona, amoníaco y metano, incluso cuando hay otros olores fuertes.

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Y, Loihi aprendió cada olor con una sola muestra.

Eso es especialmente impresionante, dicen los investigadores, porque otras técnicas de aprendizaje profundo pueden requerir 3.000 veces más muestras de entrenamiento para alcanzar el mismo nivel de precisión.

Su trabajo, presentado en Nature Machine Intelligence, es un “excelente ejemplo de investigación contemporánea que tiene lugar en la encrucijada de la neurociencia y la inteligencia artificial“, dijo Nabil Imam, científico investigador principal del grupo de computación neuromórfica de Intel Labs.

Intel y la Universidad de Cornell ciertamente no están solos en sus esfuerzos por entrenar a la IA para detectar olores.

El equipo de Google Brain está trabajando con perfumistas para vincular las moléculas de olor con los olores percibidos.

Investigadores rusos están utilizando IA para detectar mezclas de gases mortales, y otros investigadores han intentado recrear el olor de una flor extinta con el aprendizaje automático.

“Comprender cómo los circuitos neuronales del cerebro resuelven estos complejos problemas computacionales proporcionará pistas importantes para diseñar una inteligencia artificial eficiente y robusta“, dice Imam.

En otras palabras, si podemos entender cómo huele el cerebro, puede cambiar fundamentalmente la forma en que diseñamos la IA.

Fuente: Engadget