Dentro de 1032.000 años ocurrirá la última de un tipo de explosión teórica. Desde entonces, nada interesante volverá a ocurrir.
«Será un lugar triste, solitario y frío», ha dicho en un comunicado Matt Caplan, físico teórico de la Universidad del Estado de Illinois (Estados Unidos).
«Es lo que se conoce como “muerte del calor”, donde el universo estará compuesto sobre todo por agujeros negros y estrellas agotadas», ha dicho Caplan.
En un artículo que ha sido aceptado para ser publicado en «Monthly Notices of the Royal Astronomical Society», el investigador ha calculado cuándo todo quedará tan mortalmente tranquilo.
Para ello, ha estimado cuándo se producirá la última explosión de supernova, un violento estallido que normalmente se produce cuando estrellas muy masivas agotan su combustible y colapsan sobre sí mismas.
Según sus estimaciones, eso ocurrirá dentro de 1032.000 años (es decir, un uno seguido de 32.000 ceros, más de los que pueden caber en una hoja de papel).
Sin embargo, lo cierto es que los cálculos de Matt Caplan no describen la muerte de estrellas muy masivas.
Estás habrán muerto mucho antes: tal como vemos a nuestro alrededor, en el presente, las grandes estrellas fusionan elementos cada vez más pesados, hasta que llegan al hierro.
Este elemento químico no se fusiona y se acumula en sus núcleos, provocando finalmente el colapso estelar y la posterior explosión.
Por eso, al final de todas las cosas quedarán las estrellas más pequeñas, que no estallan con violentas supernvoas sino que se convierten en enanas blancas: precisamente éste es el destino que le espera al Sol.
¿Cómo son estas enanas blancas? Básicamente, consisten en el núcleo apagado de una estrella que ha perdido su envoltura.
En teoría, con el tiempo, estos núcleos se enfrían y se convierten en lo que se conoce como enanas negras:
«A medida que las enanas blancas se enfríen, en los próximos billones de años, se harán menos brilantes, y finalmente se solidificarán, convirtiéndose en enanas negras que no brillarán», ha dicho Caplan.
Estarán compuestas por elementos ligeros, como el carbono y el oxígeno, y tendrán el tamaño de planetas.
Pero, a diferencia de estos, alcanzarán la masa de estrellas.
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Según ha propuesto este investigador, en su interior seguirán ocurriendo reacciones de fusión a causa de un fenómeno conocido como efecto túnel cuántico.
Ésto tiene una importante consecuencia:
«La fusión sigue ocurriendo, incluso a una temperatura nula. Sencillamente, hace falta un tiempo realmente largo».
Por eso, incluso las enanas negras producirán hierro y acabarán disparando explosiones de supernovas: es lo que Caplan ha bautizado como «supernova de enana negra».
Según ha predicho el científico, solo las enanas negras más pesadas, que ronden entre las 1,2 y las 1,4 masas solares, llegarán a estallar así.
Esto significa que morirán de esta manera el 1% de las estrellas que se calcula que existen en todo el universo.
Caplan ha calculado que todas las enanas negras destinadas a explotar lo habrán hecho en 1032.000 años.
Por tanto, a partir de ese momento el universo quedará muerto y en silencio.
«Es difícil imaginar que algo ocurra después de eso. Las supernovas de enanas negras podrían ser lo último interesante que ocurrirá en el universo»
Por entonces, el aspecto del universo no se parecerá al que hoy conocemos:
«Las galaxias se habrán dispersado, los agujeros negros se habrán evaporado, la expansión del universo habrá alejado tanto los objetos que ninguno verá a los otros explotar.
Será físicamente imposible que la luz pueda viajar tan lejos».
Solo quedará una negrura infinita en todas sus dimensiones.
Fuente: ABC