La biología sintética permite a los científicos diseñar circuitos genéticos que pueden ser emplazados en células, proporcionándoles a estas nuevas funciones, como la producción de fármacos u otras sustancias útiles.
Sin embargo, a medida que estos circuitos se hacen más complejos, los componentes genéticos pueden interferirse entre sí, lo cual dificulta alcanzar funciones más complicadas.
El equipo de Edward Boyden, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en Estados Unidos, ha demostrado ahora que estos circuitos pueden ser aislados dentro de “células” sintéticas individuales, evitando que se interfieran entre sí.
Los investigadores pueden también controlar la comunicación entre estas células, permitiendo que los circuitos o sus productos se combinen en momentos específicos.
Este enfoque podría permitir a los investigadores diseñar circuitos que fabriquen productos complejos o que actúen como sensores que respondan a cambios en su entorno, entre otras aplicaciones.
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Estas células sintéticas no están vivas pero sí equipadas con buena parte de la maquinaria celular necesaria para leer el ADN y fabricar proteínas.
Segregando los circuitos dentro de sus propios liposomas, los investigadores pueden crear subrutinas de circuito separadas que no podrían funcionar en el mismo contenedor al mismo tiempo, pero que pueden hacerlo en paralelo, comunicándose de formas controladas.
Este método también permite a los científicos readaptar las mismas herramientas genéticas, incluyendo genes y factores de transcripción (proteínas que activan o desactivan genes), para hacer diferentes tareas dentro de una red.
Fuente: Noticias de la Ciencia