Crean polvo que permite recargar equipos

El Laboratorio de Investigación del Ejército de los EE.UU. ha creado un polvo de aluminio que produce una cantidad sorprendentemente alta de energía cuando se coloca en agua.

El descubrimiento inesperado vino cuando los investigadores mezclaron un polvo nanogalvánico basado en aluminio con agua, y notaron que el agua comenzó a burbujear.

Se dieron cuenta de que la reacción era el producto de la hidrólisis, lo que significa que el material estaba dividiendo el agua en sus moléculas compuestas de oxígeno e hidrógeno.

Se ha sabido que el aluminio produce hidrógeno de esta manera, pero usualmente requiere un catalizador en forma de calor, ácido, electricidad u otros productos químicos.

Pero el nuevo nanomaterial resulta ser un mecanismo eficiente para la hidrólisis rápida y espontánea del agua.

“En nuestro caso, no necesita un catalizador”, dice Anit Giri, un físico del equipo.

Por ejemplo, hemos calculado que un kilogramo de polvo de aluminio puede producir 220 kilovatios de potencia en tan sólo tres minutos, lo cual es una gran cantidad de energía para cualquier equipo eléctrico.

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Para estas pruebas iniciales, el equipo utilizó el hidrógeno creado a través de la reacción para alimentar un mini tanque modelo controlado por radio. Pero en el futuro, el equipo dice que el potencial energético del material se puede duplicar si el calor emitido también se aprovecha.

“Hay otros investigadores que han estado buscando un producto optimizado que toma muchas horas y digamos 50 por ciento de eficiencia”, dice Scott Grendahl, líder del equipo en el proyecto. “El nuestro lo hace a casi 100 por ciento de eficiencia en menos de tres minutos”.

Los investigadores dicen que el polvo podría eventualmente ser utilizado para los drones de impresión en 3D y los robots que podrían recargar sus baterías disolviendo partes de su propia estructura.

Y al final de la misión, se habrán autodestruido.

Pero un escenario más probable los soldados humanos llevan el material para recargar dispositivos en campo.

Fuente: New Atlas