Una huella dactilar, restos de cabello, manchas de sangre, la figura de un cuerpo en un video. Llegar a la escena donde se produjo un hecho delictivo implica observar, prestar atención a los detalles e identificar las pistas posibles.
Sin embargo, hay otros sentidos que intervienen en esta tarea y el oído, aunque no parezca, es uno de ellos.
¿Qué rol juegan las voces en este tipo de sucesos? ¿Cómo se puede confirmar que una voz pertenece a una persona y no a otra?
Estos fueron algunos de los interrogantes que se cruzaron en el camino de Jorge Gurlekian, miembro del Programa Ciencia y Justicia del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y director del Laboratorio de Investigaciones Sensoriales del Instituto de Inmunología, Genética y Metabolismo (INIGEM), adscrito al CONICET y a la Universidad de Buenos Aires (UBA), todas estas entidades en Argentina.
Movido por su interés hacia la comunicación verbal y la ingeniería electrónica, Gurlekian participó en el desarrollo de un software de reconocimiento automático del habla, elaboró la única base de datos con registro de voces argentinas y fundó la empresa de base tecnológica BlackVox, creada bajo el ala del Laboratorio de Investigaciones Sensoriales.
Según el investigador principal del CONICET, todo lo que se percibe a través de los sentidos puede ser cuantificado y la voz no está exenta de esto.
Hay cientos de factores que permiten identificar a una persona a partir del registro vocal, como el lugar de nacimiento, la edad, el género, su formación o cultura.
“Hay algunos que son más subjetivos, como los emocionales, los referidos al estado de salud, la modalidad de hablar, a la prosodia, el ritmo, el acento o la entonación. Todo se desmenuza, se cuantifica y se clasifica”, puntualiza.
Entendiendo la contribución de la ciencia a los procesos judiciales, desde el Laboratorio decidieron ampliar su campo al ámbito forense.
“La identificación forense compara dos voces: una que no se sabe a quién pertenece, que en el ámbito judicial se denomina ‘la evidencia’ o ‘voz dubitada’ y otra que es la del sospechoso.
Nuestra tarea como peritos es informar al juez cuál es la probabilidad de que esas dos voces pertenezcan a la misma persona”, precisa.
En ese marco, desarrollaron dos sistemas de identificación de voz para realizar pericias judiciales en escenas de hechos delictivos.
Uno es automático y lo denominaron FORENSIA.
Se trata de un software programado para detectar los rasgos distintivos de la voz dubitada y de la del sospechoso, mediar cuál es la variabilidad que hay respecto a una base de datos de referencia y calcular la probabilidad de semejanza y diferencia.
“Parecería que todos tenemos una voz característica, pero, a veces, esa voz cambia porque la persona está resfriada o está hablando desde la calle y hay mucho ruido.
A eso le llamamos variabilidad Intra: dentro del propio hablante.
Pero, por otro lado, no confunden mi voz con la de mi vecino porque él habla de una manera diferente, entonces ahí hay una variabilidad Inter: entre hablantes”, aclara.
El segundo método, llamado EVAPEFOR, fue diseñado en 2021 y es un sistema de evaluación perceptual.
Generalmente, el método perceptual o subjetivo auditivo hace referencia a un jurado de profesionales.
Pero teniendo en cuenta que los especialistas pueden estar en desacuerdo respecto a la percepción de una misma voz, los ingenieros crearon este software que elimina la variabilidad que podría haber entre los evaluadores.
Con el aval de concursos y publicaciones internacionales, estas herramientas de identificación de voz se posicionan como altamente competitivas en el resto del mundo.
Sin embargo, en el ámbito local aun quedan muchos espacios por conquistar.
Las instituciones que actualmente las adquirieron son Gendarmería Nacional Argentina y el Poder Judicial de la Provincia de Buenos Aires, mientras que otros organismos como la Defensoría Pública de las Nación del Ministerio Público Fiscal y Juzgados de la Ciudad de Buenos Aires solicitaron el servicio.
“A través del Programa Ciencia y Justicia del CONICET queremos que llegue a más gente del sistema jurídico.
Cuanto más instituciones dispongan de ellas, más se va a contribuir a que el resultado sea el éticamente adecuado.
Hoy estamos en condiciones de ayudar al sistema judicial y de seguridad de Argentina pero también al de toda Latinoamérica”, resalta.
Una de las causas emblemáticas en la que los investigadores participaron como peritos de la Justicia fue el Caso Candela.
Allí, analizaron las llamadas extorsivas que recibió la familia de la niña asesinada mientras los captores la mantenían cautiva.
Su trabajo permitió probar que las voces que se escuchaban en el teléfono pertenecían a los acusados.
“También nos ha tocado un caso en otro país donde se acusaba a un político de extorsionar a una mujer en una causa por acoso sexual.
Y cuando este político se enteró que nos habían contactado para analizar si era su voz, terminó admitiéndolo en una conferencia de prensa”, explica.
Fuente: Noticias de la Ciencia