Un imaginativo profesor japonés llamado Homei Miyashita, que da clase en la Universidad de Meiji (es una de las más prestigiosas de Japón), ha ideado un sorprendente televisor que nos invita a chupar la pantalla para saborear cualquier objeto que aparezca en ella.
No importa cuál es su sabor en el mundo real; su dispositivo es, según él, capaz de emularlo con mucha precisión.
Para hacer posible este efecto en su interior contiene diez recipientes, de manera que cada uno de ellos almacena un líquido cuya composición recrea un sabor fundamental (salado, dulce, picante, amargo, ácido, etc.).
Mezclando con mucha precisión el contenido de algunos de estos recipientes es posible recrear un abanico muy amplio de sabores, lo que, en teoría, permite a este dispositivo emular la mayor parte de los platos y las bebidas que consumimos habitualmente.
Para identificar qué sabor tiene un alimento, una bebida o un plato en particular este investigador utiliza una batería de sensores, de modo que la información que le entregan después de efectuar el análisis le permite determinar en qué proporción deberá mezclar la máquina el líquido de los recipientes que contiene en su interior para recrear ese sabor en particular.
En tiempos de COVID-19 como los que vivimos desde hace ya dos años no parece ser una buena idea que varias personas chupen una pantalla, pero, de nuevo, este profesor ha tenido una idea ingeniosa que le ha permitido resolver este reto con éxito:
El contenido de cada uno de los recipientes que alberga un sabor fundamental se aplica en forma de aerosol sobre una fina película de un material transparente que puede retener la mezcla de sabores.
Después la máquina coloca esta lámina sobre la pantalla y… ¡listo! La higiene ya no es un problema.
Una vez que una persona ha chupado el material transparente que recubre la pantalla se renueva completamente para que otra persona pueda degustar el mismo u otro sabor sin que esta operación comprometa su salud.
Desde luego la solución es ingeniosa, y, sobre todo, parece perfectamente compatible con las personas más escrupulosas.
En cualquier caso ¿qué aplicaciones tiene este dispositivo tan peculiar?
Su creador propone varios escenarios de uso diferentes en los que parece encajar bastante bien.
Se puede utilizar en un restaurante para probar el sabor de un plato antes de pedirlo, para degustar en nuestra propia casa sabores que están siendo preparados en cualquier otro lugar del planeta, para catar vinos y otras bebidas, para formar a distancia a cocineros y sumilleres, e, incluso, para implementar juegos en los que las personas que participan tienen que adivinar a qué alimento pertenece el sabor que están probando.
Homei Miyashita ha tardado un año en diseñar y fabricar el primer prototipo de esta máquina, pero asegura que la versión comercial podría llegar a las tiendas con un precio muy razonable: 875 dólares.
Quién sabe, quizá no tardemos en toparnos con ella en algún restaurante para ayudarnos a encontrar el plato que nos apetece disfrutar sin arriesgar lo más mínimo.
Incluso cabe la posibilidad de que podamos tener una versión compacta en nuestra propia casa. Todo es posible.
Fuente: Reuters
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