Hacer pruebas de detección de la enfermedad pandémica COVID-19 a la gente es la mejor forma de saber con certeza quién está infectado y quién no, para que solo los infectados estén confinados, en tanto que las demás personas puedan hacer vida normal.
Sin embargo, en muchos países, entre ellos Estados Unidos, no hay kits suficientes de pruebas convencionales para hacer análisis periódicos a toda la población.
El equipo de Massood Tabib-Azar, profesor de ingeniería electrónica y de computación en la Universidad de Utah en Estados Unidos, trabaja en el desarrollo de un sensor para detectar coronavirus que es portátil y reutilizable y que el usuario siempre puede llevar consigo.
El sensor, del tamaño de una moneda de 25 centavos, funciona con un teléfono móvil y puede detectar COVID-19 en aproximadamente 1 minuto.
“Se puede hacer que sea un dispositivo autónomo, pero también se puede conectar a un teléfono móvil“, especifica Tabib-Azar.
“Una vez que se ha conectado de forma inalámbrica o directa, se puede utilizar el software y el procesador del teléfono móvil para que den una advertencia en caso de detección del virus“.
Las pruebas convencionales de detección suelen usar productos como hisopos y reactivos.
Típicamente, un hisopo se inserta por la nariz hasta la parte posterior de la cavidad donde se mantiene durante 15 segundos con el fin de obtener una muestra que se envía a un laboratorio para su análisis.
Para la mayoría de las pruebas se tarda entre cuatro y siete días en obtenerse los resultados.
La tecnología de Tabib-Azar necesita tan solo una gota de saliva y puede producir resultados en aproximadamente un minuto.
Se basa en un sensor que Tabib-Azar comenzó a desarrollar para la Fundación Nacional estadounidense de Ciencia (NSF) hace un año con la finalidad de detectar la infección por el virus de Zika.
Ahora está adaptando la misma tecnología para que sirva con COVID-19.
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La persona conectaría el pequeño sensor en un conector del teléfono móvil y pondría en marcha una aplicación hecha para el dispositivo.
Para comprobar si el coronavirus está presente o ausente, el usuario colocaría una gota de saliva en el sensor, y los resultados aparecerían en el teléfono.
El sensor también está diseñado para comprobar la presencia del virus en la superficie de algún objeto, como por ejemplo una mesa.
Esta comprobación se haría frotando un hisopo en la superficie y luego en el sensor.
Con los ajustes pertinentes, el sensor podría ser capaz de detectar la presencia del coronavirus de la COVID-19 en partículas microscópicas flotantes en el aire dentro de espacios cerrados como un ascensor.
Aunque actualmente se acepta que el virus no se transmite por el aire, se considera que las diminutas partículas víricas pueden colgar en gotitas flotantes en el aire durante un tiempo que puede ser suficiente para infectar a personas que las inhalen.
En caso de estar presente el virus, las cadenas de ADN del sensor se unirían a las proteínas del virus y se mediría una resistencia eléctrica sutil pero delatadora en el dispositivo, lo que indicaría un resultado positivo.
El sensor está diseñado para ser reutilizable porque puede destruir la muestra anterior en él produciendo una pequeña corriente eléctrica que calienta al virus hasta eliminarlo por completo.
Todo el proceso necesitaría poca energía de la batería del teléfono móvil.
El dispositivo también puede ser diseñado para subir los resultados a un servidor central que sitúa los resultados positivos en un mapa, dando a los investigadores una imagen más clara y precisa de dónde se encuentran los “puntos calientes” con grandes brotes del coronavirus.
Debido a que Tabib-Azar ya desarrolló la tecnología (y un prototipo) para detectar el virus de Zika, podría tener un prototipo del nuevo sensor de COVID-19 para ensayos clínicos en un plazo que él estima que será de entre dos y tres meses.
Fuente: Noticias de la Ciencia