Las bacterias patógenas pueden vivir en superficies cotidianas durante días.
¿No sería genial que las superficies que tocamos con frecuencia, como por ejemplo los pomos de las puertas, pudieran matarlas instantáneamente?
El equipo de Rahim Rahimi, de la Universidad Purdue en West Lafayette, Indiana, Estados Unidos, ha ideado un tratamiento láser que podría convertir cualquier superficie de metal en un rápido matabacterias, simplemente dando a la superficie del metal una textura diferente.
Conviene tener claro que la técnica no está todavía adaptada para matar virus como por ejemplo el responsable de la pandemia de COVID-19, que son mucho más pequeños que las bacterias.
En sus experimentos, los investigadores han comprobado específicamente que su nueva técnica capacita a una superficie de cobre para matar inmediatamente a bacterias farmacorresistentes como la Staphylococcus aureus resistente a la meticilina (SARM, o MRSA por sus siglas en inglés).
El cobre se ha utilizado como material antimicrobiano durante siglos.
Pero las superficies normales de cobre nativo suelen tardar unas horas para matar a las bacterias, tal como indica Rahimi.
Él y sus colegas han probado con este metal la nueva técnica de un solo paso para modificar superficies metálicas mediante láser y han verificado que mejora eficazmente las propiedades bactericidas de superficies de cobre.
Dar a implantes médicos una superficie antimicrobiana evitaría la propagación de posibles infecciones y también la resistencia bacteriana a los antibióticos porque no habría necesidad de usarlos para matar a las bacterias de la superficie de un implante, tal como destaca Rahimi.
La técnica desarrollada por el equipo de Rahimi utiliza un láser para crear patrones a escala nanométrica en la superficie del metal.
Los patrones producen una textura rugosa que incrementa el área de la superficie y aumenta las probabilidades de que las bacterias entren en contacto con la superficie de un modo que cause en ellas roturas mortales.
El láser generador de texturas tiene un efecto doble: la técnica no solo hace que la superficie sea más peligrosa para las bacterias que entren en contacto directo con ella, sino que también la vuelve más hidrófila.
En el caso de los implantes ortopédicos, una superficie de este tipo permite que las células óseas se adhieran con mayor fuerza, mejorando la integración del implante con el hueso.
El equipo de Rahimi observó este efecto con células fibroblásticas.
Debido a la simplicidad de la técnica y a su viabilidad para emplearse profusamente, los investigadores creen que pronto será incorporada a los procesos actuales de fabricación de dispositivos médicos.
Fuente: Noticias de la Ciencia
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