El descubrimiento ha sido dirigido por Douglas Melton, de Harvard, y utiliza células madre para combatir la diabetes tipo 1 en especial, aunque podría emplearse para curar la diabetes tipo 2 también.
Douglas y su equipo ha conseguido “hacer” células beta en el laboratorio.
Las células beta son destruidas por culpa de la patología, de origen autoinmune, y gracias al descubrimiento de Douglas podríamos sustituir las células erradicadas por nuestro propio cuerpo.
El descubrimiento ha sido probado en ratones, lo que es un primer paso para resolver una de las enfermedades con más incidencia del hombre.
Antes de nada ¿en qué consiste la diabetes mellitus tipo 1? Esta enfermedad, también llamada insulinodependiente o juvenil está provocada por la destrucción o disfunción de las células beta del páncreas.
Éstas son las responsables en nuestro cuerpo de producir insulina, una hormona que se encarga de regular la cantidad de azúcar en nuestra sangre y de su metabolismo.
La diferencia con la diabetes tipo 2 es que los afectados por la tipo 1 carecen (total o casi totalmente) de estas células por que su cuerpo las destruye debido a una enfermedad autoinmune.
Las enfermedades autoinmunes provocan que nuestro sistema de defensa, el inmunológico, confunda nuestras propias células como enemigos.
Por tanto, un paciente de diabetes tipo 1 necesita de por vida el que le administren sus dosis controladas de insulina artificial.
Esto no es ni cómodo ni eficiente y ni el mayor de los cuidados es capaz de producir el mismo resultado que nuestro cuerpo.
Normalmente los paciente de diabetes tipo 1 suelen reducir su esperanza y calidad de vida, sufriendo numerosos problemas que van desde la ulceración a la ceguera, pérdidas de miembros y muchas otras cosas desagradables.
Los pacientes de diabetes tipo 2 sí poseen células beta solo que o bien no se segrega suficiente insulina o bien se ha desarrollado cierta resistencia a la hormona, por lo que son más “sencillos” de controlar y tratar.
Existen muchos trabajos muy prometedores que prometen curar la diabetes tipo 1 y tipo 2. Casi todos ellos pasan por medicación.
Existe también un tratamiento que injerta células beta de un donante (ya muerto) en un paciente de diabetes tipo 1.
Sin embargo solo existen unos mil casos de injerto y todos ellos han de mantenerse el resto de su vida con una fuerte medicación para evitar el rechazo del sistema inmune y volver al mismo punto en el que empezaron.
En definitiva aunque se ha mejorado enormemente las opciones de tratar la diabetes tipo 1 y tipo 2, hasta ahora todo requiere de procesos que pueden resultar ineficientes, molestos o complicados para el paciente.
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Funciona de la siguiente manera: obteniendo células madre, unas células capaces de convertirse en lo que queramos (de nuestro cuerpo, se entiende), podemos decirles que se transformen en células beta.
Si estas células beta las colocamos de nuevo en el páncreas, sencillamente habremos repuesto las células destruidas.
Además, si estas células madre provienen de nuestro propio cuerpo, o podemos modificarlas para que no sean objetivo de la diana autoinmune, se acabó el problema, pudiendo literalmente curar a un afectado de diabetes tipo 1.
Para obtener estas células lo único que se necesita es “reprogramar” cualquier otra célula del cuerpo.
No todas permiten hacerlo y el proceso es complicado. Por suerte hace ya un año y medio que las técnicas de reprogramación celular han dado varios vuelcos y cada día no es solo más sencillo sino también mucho más productivo.
De esta manera, por ejemplo, podemos tomar células de un tejido y convertirlas de nuevo en células madre capaces de convertirse en lo que le digamos, como células beta.
Estas células llamadas pluripotentes inducidas (o IPS) son las verdaderas protagonistas del del descubrimiento.
En la diabetes tipo 2 también podría usarse este tipo de tratamiento en caso de que el problema fuese una disfunción en la producción de insulina, por lo que ya tenemos otro problema medianamente resuelto.
Con este descubrimiento minimizamos las molestias y la medicación de los pacientes. Como ya hemos dicho, Douglas ha conseguido resolver el problema en ratones, curando a ratones con diabetes tipo 1.
¿Para cuando podríamos ver esta solución en seres humanos?
Bueno, el proceso ya está en marcha, es terriblemente seguro y, aparte de cuestiones éticas mínimas, podría potenciarse en breve su investigación.
No obstante hay que entender que todavía queda un camino de al menos 10 años hasta que veamos un posible tratamiento. Como mínimo.
Además hay que comprender que aunque la investigación es increíblemente prometedora, existe la posibilidad de que la terapia celular falle, y por tanto nos topemos con un muro en contra del tratamiento.
No obstante, el propio Douglas, cuyos hijos padecen de diabetes tipo 1, tiene la esperanza de haber puesto la primera piedra de la cura que mejorará la vida de más de 360 millones de personas.
Fuente: ALT1040
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