La relación entre música y deporte nunca ha estado del todo clara. Sin embargo, cientos de investigadores trabajan para desentrañar sus efectos en nuestro cuerpo a la hora de salir a correr.
El tiempo acompaña: hace calor, sopla una brisa fresca y el sol está lo alto. Nos encasquetamos los zapatos deportivos, un pantalón de running y nuestros auriculares. Vamos a correr.
Cuando el cansancio comienza a aparecer, haciendo mella en nuestro cuerpo, de pronto, suena ese ritmo que conocemos tan bien, el de una de nuestras canciones favoritas.
En un instante, el cansancio se queda atrás, aceleramos el paso y seguimos corriendo “a tope” unos minutos más. La música nos ayuda a rendir más, sin duda.
¿Pero está explicado científicamente?
Por supuesto, la relación entre música y deporte es uno de los mayores intereses de diversas compañías y fisiólogos del mundo que quieren darle una explicación a lo que nos ocurre cuando nuestro cuerpo está bajo los efectos de una canción que nos encanta.
Hace un tiempo, los psicólogos apostaban por un sólo efecto: la música ayuda a distraernos.
Cuando nuestro cuerpo llega sus límites físicos y la fatiga muscular, el sistema nervioso “avisa” con una sensación molesta a modo de señal.
El mecanismo no es nada sencillo y en él intervienen diversos factores, sustancias y señales nerviosas.
Por lo complicado de su manifestación, es difícil entender el mecanismo que existe detrás de la fatiga y, por tanto, los medios de mitigarla.
Sin embargo, sí que sabemos que la música ayuda a los deportistas.
Existen varios estudios que muestran un mayor rendimiento en ellos.
Esto no es fácil medirlo ya que si una persona no rinde siempre de la misma manera, imaginemos hacer el estudio con muchas de ellas.
Por suerte, existen varios interesantes estudios que dan respuesta a muchas de las dudas.
Uno de ellos explica que la música, efectivamente, ayuda a distraer nuestra atención de la sensación de fatiga. Pero, además, nos ayuda de otra manera.
En este estudio del Instituto Max Planck, un equipo consiguió demostrar en un difícil pero concienzudo estudio que la música sirve para, por ejemplo, ayudarnos a correr de una manera más natural.
Lo que observaron los investigadores es que los corredores con música se cansaban menos y corrían un poco más.
Pero, además, observaron que estos deportistas mostraban una característica inusual: el resto del movimiento corporal.
Estos corredores mostraban un movimiento más coordinado, sincronizado, lo que se traduce en una carrera más eficaz.
Los corredores con música mostraban menos altibajos, más constancia en su velocidad y ritmo, haciendo la carrera más sencilla para todo el cuerpo.
Esto, unido a la distracción, ayuda a reducir los niveles de cansancio y de percepción de la fatiga.
Otro aspecto que relacionando la música y deporte son los ritmos.
Los ritmos son importantísimos para nuestro cuerpo. Nuestro corazón funciona a un ritmo concreto, actuando sobre toda nuestra fisiología.
Ya os contamos qué puede hacer la música en nuestro cuerpo. Pues con el deporte ocurre algo similar.
Existen pocos estudios al respecto, pero podemos citar un análisis interesante, procedente de una aplicación particular, que muestra que los ritmos que mejor funcionan en una canción son los de 140 pulsaciones por minuto (ppm) y los de setenta ppm. ¿Por qué?
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Las canciones que utilizan compases que se adaptan a ese ritmo ayudan a que nos sincronicemos mejor con la canción, coordinando los movimientos más eficientemente.
Las canciones de setenta ppm también, solo que acompasan el ritmo a la mitad.
Usar otros ritmos hace que nuestro cuerpo se adapte, inconscientemente, a dichos ritmos menos adecuados a la carrera, por lo que perdemos eficacia.
Usando canciones que mantengan este ritmo de 140 ppm nos ayudará a correr más rápido cansándonos menos.
La coordinación musical es un hecho conocido desde hace siglos.
Desde las marchas militares, a los tamborileros de galeras, pasando por el góspel o el blues, la historia recoge multitud de ejemplos donde la música servía como acicate de ritmo y coordinación para grupos en “trabajos mecánicos”.
Costas Karageorghis y David-Lee Priest se encuentran entre los mayores expertos en el estudio de la relación música y deporte.
En su trabajos han definido cinco “claves” en las que la música ayuda a regular el efecto del deporte.
La primera de ellas es la “disociación”, que hace referencia al efecto disociativo psicológico. Es decir, la música distrae la atención de los efectos de la fatiga.
Varios estudios muestran que, efectivamente, la música ayuda a reducir hasta un 10% las consecuencias de la fatiga durante el deporte.
La segunda es la “regulación de la excitación”. La música es capaz de dirigir las sensaciones y emociones que sentimos de diversa manera, como veíamos antes: alterando los ritmos, o provocando otros cambios fisiológicos.
Por ello, junto con la distracción, la regulación de la excitación puede resultar crucial en el desempeño de una actividad deportiva.
La tercera sería la adquisición de habilidades motoras. Desde hace décadas sabemos que la música ayuda al desarrollo motor y psicológico de los niños.
Por ello, los investigadores apuntan a su efecto beneficioso en el desarrollo locomotor referente al deporte.
La cuarta seria la “Sincronización”. Un cuerpo sincronizado tiene una mayor eficacia, menor gasto energético y menor estrés físico.
La música, como veíamos, ayuda a coordinar el cuerpo con ritmos marcados. Esto está muy relacionado con la adquisición motora.
La quinta y última clave sería la obtención de un flujo, o “flow”, que hace referencia a los flow state o flujos, en psicología.
Este estado se consigue cuando una persona está inmersa por completo en una actividad, aplicando la máxima atención a la misma y sin distracciones.
Por supuesto, no todo el deporte se caracteriza por los mismos ritmos.
Correr es un deporte más monótono, de ritmos constantes y que no requiere de estrategias explosivas ni a corto plazo.
Aún así, dentro de cada deporte también existen diferentes ritmos y actividad.
Por ello, la música juega un papel fundamental cuando es escogida para cada una en concreto.
Y es que la música, aunque todavía no sabemos exactamente cómo, nos afecta de una manera increíble en nuestra vida.
Y, aunque no la entendamos, al menos sabemos que calarnos los auriculares y poner nuestros ritmos preferidos nos ayudará a la hora de salir a hacer deporte.
Fuente: Hipertextual
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