Investigadores han atacado los telómeros de las células tumorales para provocar su muerte. La técnica podría usarse contra otros tipos de cáncer.
Cuando ciertos genes reguladores dejan de funcionar, las células sufren una especie de revolución que las aparta del camino establecido.
Como si hubieran caído en el «lado oscuro de la fuerza», comienzan a multiplicarse muy rápidamente y provocando daños al propio organismo que las ha permitido desarrollarse.
Para ello, sufren varias transformaciones que las hacen inmortales.
Por ejemplo, «aprenden» a evitar el acortamiento de los telómeros, que son los extremos de los cromosomas donde se empaqueta el material genético.
Así, mientras que las células sanas están programadas para morir porque sus telómeros se acortan con cada division, las células malignas son capaces de reparar sus telómeros de forma permanente y de vivir de forma ilimitada.
Ahora, un equipo de investigadores españoles del CNIO (Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas) que forman parte del grupo de María Blasco, ha desarrollado un mecanismo para atacar los telómeros de las células tumorales y bloquear el desarrollo del cáncer.
El remedio consiste en bloquear una proteína protectora de estos telómeros, llamada TRF-1, pero sin afectar al mismo tiempo a las células sanas.
El avance ha sido publicado en la revista «EMBO Molecular Medicine» y de momento se ha traducido en el desarrollo de un fármaco experimental que bloquea el cáncer de pulmón en ratones de laboratorio.
«Al inhibir TRF1 lo que estamos haciendo es destruir el escudo protector de los cromosomas, que a su vez es esencial para garantizar la división celular.
Al destruir el escudo lo que hacemos es generar un daño agudo en los telómeros, que resulta en que las células del cáncer entren en senescencia celular o mueran al intentar dividirse», explica a ABC María Blasco, una de las autoras del estudio, en el que también han participado varios departamentos del CNIO y el departamento de Cirugía y Medicina Animal de la Universidad Complutense de Madrid.
Tal como explican los investigadores, el trabajo se ha realizado con ratones afectados con cáncer de pulmón, una de las variedades que tiene mayores tasas de mortalidad en el mundo y para el que no existían hasta ahora dianas terapéuticas eficaces, es decir, objetivos específicos a los que atacar con fármacos. Pero con este nuevo estudio esta situación podría haber cambiado.
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Lo cierto es que los científicos estaban al principio preocupados porque al atacar a los escudos de los telómeros de las células tumorales también se pudiera dañar a los telómeros de las células sanas, y por eso esta aproximación no se había probado hasta ahora.
Pero al ponerla a punto, han conseguido «matar a las células cancerosas de forma eficiente y bloquear el desarrollo de los tumores, con unos efectos secundarios soportables».
María Blasco cree que esto ocurre porque «en los tejidos normales, al haber mucha menos división celular que en el tumor, se genera comparativamente menos daño en las células».
Y esto es muy importante, porque en su opinión, esto permitiría atacar a las proteínas protectoras de los telómeros (como TRF-1) en otros tipos de cáncer.
Para hacer este descubrimiento, los investigadores primero seleccionaron a la proteína TRF1 entre una familia de proteínas protectoras de los telómeros que se llaman «shelterinas», (del inglés «shelter», refugio), porque tenían la capacidad de afectar a las células troncales del cáncer, que son aquellas responsables de la recurrencia de los tumores a lo largo del tiempo.
Luego, crearon ratones modificados genéticamente en los que esta proteína TRF1 estaba inhibida, y así observaron que los sanos sufrían pocos efectos secundarios y que el crecimiento de los tumores se bloqueaban en los ratones que debían desarrollar el cáncer de pulmón.
Después de averiguar que al bloquear TRF1 las células sanas no sufrían graves consecuencias y que las tumorales sí, buscaron compuestos químicos que inactivaran a esta proteína, para en el futuro usarlos como fármacos anti cáncer.
Trabajando junto al Programa de Terapias Experimentales del CNIO, encontraron dos compuestos capaces de bloquear a TRF1.
«El siguiente paso es desarrollar estos compuestos a fases más avanzadas para que se puedan probar en humanos», explica María Blasco.
Con el apoyo económico adecuado, en el horizonte está inhibir el desarrollo de tumores a través de un medicamento que se pueda administrar oralmente y con pocos efectos secundarios.
Fuente: ABC