Con 1.371,6 metros, su eslora es tan grande que a su lado el Seawise Giant parecería una lanchita para navegar los fines de semana.
En cuanto a la manga, mide 228 metros.
Aunque su proyecto lleva años sobre la mesa aún no ha conseguido despegar.
En términos navales Freedom Ship es un proyecto descomunal, casi casi de ciencia ficción.
Su diseñador, el ingeniero Norman Nixon, lo planteó a finales de los años 90 como un meganavío capaz de actuar como una ciudad flotante, una con todas las de la ley: con sus calles, viviendas, comercios, oficinas, hoteles, casino… Como una gran urbanización, solo que en alta mar.
Sus creadores calculan que entre habitantes y visitas podría sumar entre 50.000 y 100.000 personas a bordo.
“El distrito comercial sostendrá una población de 100.000 personas compuesta por 40.000 residentes, 20.000 tripulantes a tiempo completo, 30.000 visitantes diarios y 10.000 huéspedes que pasen la noche en el hotel o casino”, detalla la web del proyecto.
Su objetivo es completar una vuelta a la Tierra cada tres años y pasar alrededor del 70% amarrado fuera de las principales ciudades y puertos.
Freedom Ship incorpora un aeródromo capaz de acoger aviones turbohélices con 40 plazas.
A la hora de presentar el proyecto insisten también en que su objetivo no es construir un barco descomunal, sino dar forma a una comunidad flotante, “una ciudad internacional, cosmopolita, residencial, comercial y turística” en constante periplo por el planeta.
“El barco es tan grande porque es el tamaño mínimo requerido para que la comunidad sea económicamente autosuficiente y un lugar deseable y atractivo”, remarca.
Tan grande es, de hecho, que el equipo cree que no hay ningún astillero capaz de fabricar su gigantesca barcaza.
¿Cuánto costaría dar forma a Freedom Ship?
Roger Gooch, parte del equipo original que trabajó con Nixon en el desarrollo del proyecto en los 90, explicaba en 2013 a Business Insider que harían falta en torno a 9.000 o 10.000 millones de dólares, un costo desorbitado que explica en gran medida que más de 20 años después de su diseño original el Freedom Ship no haya conseguido pasar todavía del papel y los render.
“Ya hay súper plataformas en el mundo. Simplemente no son plataformas móviles o ciudades flotantes.
Hay una gran plataforma que Japón utiliza como aeropuerto.
Las superplataformas no son la cuestión, la cuestión es si una ciudad autónoma que circunnavega el mundo puede ser económicamente viable y realmente creemos que puede serlo”, reflexiona Gooch.
Si algún día se convierte en realidad quienes residan a bordo deberán pagar una cuota para costear servicios como la seguridad o el mantenimiento.
¿Es realista el proyecto o seguirá otros 20 años en el cajón?
Por lo pronto todo indica que tardaremos en ver asomar su gigantesca silueta con una eslora de 1,4 kilómetros y 25 plantas de alto en el horizonte.
Fuente: FreedomShip