Por mucho que avancemos en tecnología, la mayoría de las veces la naturaleza por evolución ya lo ha hecho antes y mejor que nosotros.
Muchísimos inventos tecnológicos están inspirados en mecanismos orgánicos que llevan miles y millones de años existiendo y no es en vano, la naturaleza lo suele hacer mejor que nosotros.
Entonces, ¿por qué no coger directamente tecnología hecha por la propia naturaleza?
Es más o menos lo que han hecho unos investigadores con el ‘Smellicopter’.
El Smellicopter es un invento de investigadores de la Universidad de Washington y como su propio nombre indica, es un helicóptero que huele.
Lo cierto es que tecnologías para detectar olores ya hay muchas en el mercado y funcionan relativamente bien.
Sin embargo en este caso han ido un paso más allá, han cogido directamente la antena de una polilla y la han colocado en su dron.
Las polillas utilizan su antena para detectar olores y guiarse por el olfato según lo que los receptores de la antena detecten en el ambiente.
Este sentido del olfato es crucial para ellas y es tan bueno gracias a que cuenta con unas frondosas antenas que son tremendamente sensibles.
Apenas unas moléculas de un olor determinado pueden ser detectadas y activar las células de la antena al instante.
Lo que estos investigadores han hecho es aprovechar esta “tecnología” ya existente conectando la antena de una polilla a un circuito que va al chip de un dron.
Las antenas provenientes de polillas de tabaco se insertan en pequeños cables en cada uno de sus extremos.
Con esto se puede medir la señal que se genera al detectar determinados olores. Es, en cierto modo, un cyborg.
Funciona, sorprendentemente funciona.
El equipo de investigadores colocó el chip con la antena de la polilla a un dron.
Este dron estaba programado para que imitase el comportamiento de las polillas y se dirigiese hacia donde detectase un olor.
Además de la antena para guiarse, contaba con unas aletas para dirigirse y una serie de sensores para evitar chocar con obstáculos.
El dron comenzó a moverse de izquierda a derecha hasta encontrar señales de un olor, en ese momento se dirigió hacia allí.
En otras pruebas realizadas por los investigadores, indican que la antena conectada al chip detectaba olores más rápido que un detector de olores artificial.
¿La pega? Al parecer las antenas no duran más de 4 horas antes de que sean inutilizables, a fin de cuentas son organismos vivos.
Esperan poder alargar este tiempo con refrigeración.
¿Y para qué sirve todo esto?
Más allá de un divertido experimento y de la mutilación de polillas, creen que puede ser útil en la búsqueda de ítems.
Por ejemplo para la detección de explosivos químicos o para encontrar a personas atrapadas en escombros.
Fuente: Xataca