El dinero realmente puede hacerle más feliz, según los resultados de un estudio llevado a cabo por un equipo de psicólogos de la Universidad de Princeton.
¿Cuánta felicidad se podría ganar si la riqueza del mundo se distribuye de manera más equitativa?
De acuerdo con The Beatles el dinero no puede comprar amor y muchas gente se esfuerza tanto en aparentar una vida opulenta y feliz que, a veces, se torna difícil responder si la relación dinero-felicidad es o no directamente proporcional.
Podemos marcar el origen de este debate sociológico en 1974, cuando el economista Richard Easterlin le presentó al mundo la “paradoja de la felicidad”: según sus estudios, aunque los ricos estadounidenses de la época, eran en promedio más felices que los pobres, la felicidad neta del país apenas había subido frente a todo lo que había aumentado la economía desde la Segunda Guerra Mundial.
Lo mismo sucedía desde su punto de vista en los análisis de otros países, tanto desarrollados como subdesarrollados.
A partir de ese primer análisis de 1974, la relación entre el dinero y la felicidad ha sido objeto de numerosos estudios por parte de economistas, sociólogos y psicólogos.
Hasta ahora podemos encontrar algunos estudios académicos, que concluyen, que no siempre el dinero ha permitido comprar más felicidad.
Ni siquiera el concepto de felicidad es del todo indiscutible.
Recientemente, un equipo de científicos de la Universidad de Princeton ha llevado a cabo un estudio en el que se demuestra que, efectivamente, el dinero sí puede hacerle más feliz.
En este estudio han participado un grupo de psicólogos que con la ayuda de dos millonarios quienes donaron 2 millones de dólares al proyecto de forma desinteresada, lograron desarrollar la investigación.
El dinero fue repartido entre 200 personas de siete países con ingresos económicos tan variados como Estados Unidos y Kenia.
Todos tenían unos niveles de estudios similares y hablaban al menos algo de inglés.
En cuanto a la cantidad, cada uno recibió US$ 10.000 .
Por otro lado también estaba el grupo de control, al que no se dio ningún dinero.
Para cuantificar la felicidad, estos científicos trabajaron de la forma más objetiva posible, realizando una lista de 5 ítems, que los participantes tuvieron que evaluar del 1 al 5.
Todos tenían tres meses para gastar los 10.000 dólares, no podían ahorrarlos.
En ese tiempo, tuvieron que completar mes a mes una encuesta sobre los 5 ítems mencionados anteriormente.
Además, seis meses más tarde, la completaron de nuevo.
Las personas participantes que tenían ingresos anuales de U$123.000, no tuvieron una ganancia significativa de felicidad con base en las encuestas.
Sin embargo, los que tenían unos ingresos más modestos sí aumentaron su bienestar emocional tras la donación.
De hecho, la satisfacción total con la vida mejoró en un promedio de 0,36 puntos por persona.
Pero no solo fueron sometidos a la investigación los participantes directos del estudio, también se le aplicó la misma encuesta a los dos donantes, quienes curiosamente, mostraron una reducción de la satisfacción de 0,16 puntos.
Esto nos lleva a concluir que, en realidad, es más la felicidad del que gana que la tristeza del que pierde.
Por lo menos en el caso de ser una pérdida monetaria voluntaria y por un bien mayor.
Si le damos un vistazo a estudios anteriores, encontramos que algunos han descubierto que existe un límite en el que el dinero ya deja de aportarnos tanta felicidad, algo a lo que han calificado como “el umbral dinero-felicidad”.
Lo que se sabe a ciencia cierta es que el dinero aporta felicidad a la persona por ser un seguro de tranquilidad y estabilidad económica.
Ante esto, problemas como el estrés o la ansiedad disminuyen y dan paso a sensaciones más positivas.
No obstante, este estado es limitado, pues a partir de cierta cantidad, nuestro interés por él desciende y por ende, su valor.
La conclusión a la que podemos llegar con este estudio de la Universidad de Princeton, es que puede que el dinero no dé la felicidad absoluta, pero sí ayuda a mejorar mucho la satisfacción con la vida.
Al menos la de aquellas personas que saben lo que es pasar por apuros económicos.
En el caso de las personas que ya son ricas, un poco más de dinero no les causará demasiada felicidad.
Porque 10.000 dólares, pueden ser la solución a los problemas de muchos y poco para otros.
En realidad, es ahí donde residen las diferencias a la hora de evaluar si realmente puede aportar la felicidad.
En resumen tener más dinero es bueno, pero estar obsesionado con él y usarlo para definir su autoestima probablemente no sea la mejor idea.
Fuente: PNAS