El origen del miedo está en un rincón del ADN

El origen del miedo está en un rincón del ADN

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Un estudio realizado en ratones ha ayudado a encontrar una posible forma de apagar o encender el miedo que podría ayudar a tratar fobias o estrés postraumático.

Arrancar el miedo del cerebro es uno de los grandes retos a los que se exponen los neurocientíficos.

Las fobias o el síndrome por estrés postraumático pueden ser un duro golpe para el desarrollo normal de la vida de quién los padece.

Por eso, dar con los mecanismos neuronales a los que se asocian es vital.

Ahora, un equipo de científicos de varios centros de investigación chinos y australianos ha dado con una posible clave en el material genético de los ratones.

Se trata de secuencias de lo que se conoce como ADN basura.

Es decir, material genético que no llega a traducirse en proteínas.

Pero no significa que no sirva para nada.

De hecho, en este caso parece ser que se comporta como una especie de puente, que permite la expresión de otros genes que sí se asocian con la extinción del miedo.

Es importante remarcar de nuevo que el estudio se ha llevado a cabo en ratones.

Esto significa que no sabemos aún si se podría extrapolar a humanos.

No obstante, estos científicos recuerdan que muchas moléculas fundamentales implicadas en este tipo de procesos se conservan en todas las especies, por lo que no es algo descartable.

Habría que estudiar más, pero al menos ya tienen un hilo del que tirar de cara al desarrollo futuro de tratamientos contra el síndrome de estrés postraumático o las fobias.

El estrés postraumático se da cuando un recuerdo doloroso se queda fijado en el hipocampo del cerebro y resulta prácticamente imposible borrarlo.

La persona que lo padece revive continuamente todo el dolor que le causó, hasta el punto de que en muchas ocasiones su vida se convierte en una pesadilla.

Las fobias no están tan aferradas a la mente, pero también están relacionadas con el miedo.

Concretamente con un miedo irracional a algo que generalmente resulta inocuo.

Si bien tanto una cosa como la otra se puede tratar mediante terapia psicológica o incluso algunos programas de realidad virtual, si la situación es grave, especialmente cuando se relaciona con el estrés postraumático, es mucho más complicado.

Se están comenzando a investigar algunos tratamientos muy prometedores, como uno que combina la terapia psicológica con la administración de drogas alucinógenas.

Y es que se ha visto que la sustancia en cuestión puede abrir la puerta del cerebro durante unos instantes, de modo que a través de la terapia se pueda sacar el miedo o el recuerdo doloroso e introducir uno nuevo.

Pero todo esto no son más que estudios que se encuentran en fases muy preliminares de investigación.

Aún no se ha dado con una clave para extinguir completamente el miedo en el cerebro.

Por eso resulta tan interesante este nuevo estudio.

Nuestro ADN es nuestro manual de instrucciones.

En él se encuentran todos los comandos necesarios para que nuestro organismo funcione correctamente.

Pero no pueden leerse directamente.

Para poder interpretar lo que dicen esas instrucciones es necesario transcribir el ADN en ARN y después traducir este en proteínas.

Las proteínas serán las que finalmente se involucren en todos esos procesos necesarios para nuestro correcto funcionamiento.

Todas nuestras células contienen el mismo ADN.

Sin embargo, no se leen todas las instrucciones en todo momento y en cada una de las células.

Por ejemplo, un gen con el código para fabricar insulina no se leerá en las células del ojo, pero sí en las del páncreas.

Esto es lo que se conoce como expresión de los genes.

Ese gen para la síntesis de insulina está en todas las células, pero solo se expresa en las del páncreas y únicamente cuando es necesario.

Por lo tanto, solo en esos supuestos concretos el ADN se transcribe a ARN para continuar con todo el proceso.

Ahora bien, no todo el ADN se convierte en algún momento en proteínas.

Puede que sí se transcriba en ARN, pero que no pase al siguiente paso.

Este es el que se conoce como ADN basura.

Un término bastante injusto, si tenemos en cuenta que sí que puede tener funciones muy útiles.

Es lo que pasa con estas secuencias asociadas a la extinción del miedo que podrían ayudar a desarrollar tratamientos contra las fobias o el síndrome de estrés postraumático.

Aunque aún hay muchos datos desconocidos sobre el miedo, al menos los científicos ya han podido encontrar su ubicación en el cerebro, concretamente en la corteza prefrontal infralímbica.

Además, se ha visto que su extinción, tan necesaria para tratar el síndrome de estrés postraumático y las fobias, está relacionada con la epigenética.

Esta es una rama de la genética que estudia modificaciones en el ADN que afectan a su expresión, pero no a su secuencia.

Es decir, el libro de instrucciones sigue siendo el mismo, pero se hacen algunas modificaciones en las instrucciones que se leen en cada lugar y en cada momento.

Sin embargo, aún no se ha dado con el método definitivo para apagar el miedo a través de la epigenética.

Sabiendo esto, los autores de este estudio se centraron en el ARN, más concretamente en algo conocido como ARN largo no codificante.

Estas son secuencias de ARN de más 200 nucleótidos (los bloques que lo contienen), que no se traducen a proteínas.

Estudios anteriores realizados con este tipo de ADN han mostrado que el 40% del que se ha identificado hasta ahora se concentra especialmente en las neuronas.

Pero, más concretamente todavía, existe un tipo de este ARN, llamado eARN, que se encuentra en la corteza prefrontal infralímbica de los ratones. Justo donde vive el miedo.

Investigando en esta línea dieron con un gen llamado ADRAM que no codifica ninguna proteína, pero sí que sirve como andamio para que otras moléculas accedan a un gen para su expresión.

Además, coordina otras moléculas, incluidos los eARN, que expresan un gen que ayuda a atenuar el miedo.

Sabiendo esto, tomaron algunos ratones modificados genéticamente para silenciar este gen.

El objetivo era ver si experimentaban alguna diferencia con respecto al resto al someterse a una sesión de miedo condicionado y su posterior descondicionamiento.

Y así fue, pues después del proceso seguían temerosos, como si el descondicionamiento no hubiese funcionado.

Pero, curiosamente, el resto de comportamientos de miedo y ansiedad se mantuvieron sin cambios.

Por lo tanto, podría ser que hasta ahora todos esos estudios dirigidos a extinguir el miedo extinguiendo los procesos de ansiedad no estuviesen en la línea adecuada.

Podría ser que se trate de procesos diferentes y que por eso sea tan difícil apagar estas sensaciones.

También habría que ver si otros procesos cognitivos se ven alterados al modificar este gen.

Habrá que seguir estudiando en esta línea y, sobre todo, comprobar si es extrapolable a humanos.

Además, solo se ha estudiado en ratones macho, por lo que habría que ver si las hembras experimentan el mismo efecto.

Fuente: Cell Reports

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