El 1 de julio de 2021, el Partido Comunista de China cumplía 100 años y, como parte de la celebración, el gobierno preparaba una enorme ceremonia en Tiananmen.
Lo que la mayor parte del mundo no sabía es que, como parte de esa “preparación“, las autoridades del gigante asiático pusieron en marcha un ambicioso plan de “siembra de nubes” las horas previas para garantizarse cielos despejados y con baja contaminación.
Esas al menos son las conclusiones de un equipo de investigadores de la Universidad de Tsinghua que parece haber encontrado “signos definitivos” de que China puso esos días toda la carne en el asador.
Estas tecnologías han sido muy polémicas porque no estaba claro que funcionaran.
Es posible que estemos ante un cambio sustantivo en nuestra relación con el tiempo atmosférico.
Conforme se acercaba el primero de julio, siempre según el trabajo del profesor Wang Can, la contaminación atmosférica fue en aumento y eso, en mitad de uno de los veranos más fríos y húmedos de la historia reciente, podía acabar por dar al traste con las ceremonias conmemorativas.
Así que, aunque las fábricas de la región habían parado en los días previos, se inició una operación de “siembra de nubes” el día previo al evento.
Recogiendo testimonios de los habitantes de las regiones montañosas que circundan la región y analizando la composición del aire, los investigadores han llegado a la conclusión de que durante el 30 de junio se lanzaron cohetes cargados de yoduro de plata para estimular la lluvia.
Esto habría reducido los contaminantes atmosféricos en más de dos tercios y habría mejorado significativamente la calidad del aire.
A juicio del equipo de investigadores, de hecho, esa intervención fue el único evento que permite explicar la mejora súbita de los indicadores de calidad del aire.
De confirmarse, probablemente sería la primera modificación meteorológica a gran escala de la que tenemos constancia.
Y la verdad es que no puede decirse que sea una sorpresa.
El Gobierno chino lleva miles de millones de dólares gastados en tecnologías de este tipo y si durante años se ha hablado de sus esfuerzos para garantizar un buen clima en las regiones agrícolas o para facilitar el desarrollo de las Olimpiadas de 2008, ya hace tiempo que oficialmente ha dicho que aspira a controlar cuándo y cómo llueve en más de la mitad del país.
Queda mucho por aclarar, pero es posible que estemos ante un momento histórico. O no.
La idea de convertir la tierra en un enorme invernadero tiene un potencial enorme, pero también un racimo de posibles problemas que solo alcanzamos a intuir.
Fuente: SCMP