El nivel del mar sube y baja dos veces al día en todo el mundo. El agua se acelera, se forman corrientes de marea. Es un movimiento constante, ilimitado.
Una energía limpia y renovable sin explotar.
En Galicia, la empresa Magallanes Renovables cree que la solución es sumar nuestra milenaria experiencia naviera con tres décadas de desarrollo eólico. Y Gales le ha hecho un encargo.
El Atir 2.0, que Magallanes Renovables lleva desarrollando más de un lustro, es una embarcación de 45 metros de eslora de cuyo casco sale un mástil que va sumergido a 15 metros de profundidad.
El mástil está hueco por dentro para poder acceder a la sala de máquinas donde se encuentra el tren de potencia.
En el exterior están las turbinas, cuyas palas recuerdan a las de un aerogenerador.
Las turbinas recogen la fuerza de las mareas en ambas direcciones.
El barco mueve 145 toneladas de agua de un lado a otro con cada marea para mantenerse estable durante la generación de electricidad.
En la parte que queda por encima del agua están los sistemas informáticos y eléctricos que vierten energía en la red.
El Atir es rentable, tanto en costos operativos como de capital, dice Magallanes.
La empresa hizo su primera demostración en Escocia en 2019.
Consiguió generar energía e inyectarla en la red eléctrica escocesa de forma sostenible.
Reino Unido cuenta con el segundo rango de mareas más grande del mundo y está apostando por la mareomotriz.
Magallanes es adjudicataria de su tarifa energética, una subasta que garantiza un precio fijo por la electricidad para dar entrada a nuevas fuentes de energía renovable, más allá de la eólica y la solar.
El contrato exige poner a flote siete plataformas Atir 2.0 en la costa de Gales para 2026.
Equivalen a una capacidad instalada de 10,5 megavatios, la potencia necesaria para iluminar 11.000 viviendas.
Tres cuartas partes de la superficie del planeta están cubiertas por océanos con una media de 4.000 metros de profundidad.
Es una fuente colosal de energía en movimiento que podría producir el 10% de nuestra electricidad (100 GW solo en Europa), pero la tenemos prácticamente sin explotar.
Antes de que hubiera movimiento en Reino Unido, Francia ya lideraba los esfuerzos con una planta de energía mareomotriz en el estuario del río Rance.
No es un barco, sino una presa que lleva desde 1967 produciendo energía renovable.
No muy lejos, en Normandía, está proyectada la instalación de siete turbinas submarinas financiadas por el gobierno. Tienen una potencia de 17,5 MW.
Fuente: La Voz de Galicia