¿Cómo sería el silencio perfecto? ¿Se puede conseguir tamaña empresa? Investigadores ha conseguido un material que absorbe el 100% del sonido. Y aún así, parece que silencio absoluto es una idea inalcanzable.
Casi todos hemos visto alguna vez una cámara anecoica. Ésta es una habitación forrada de un material parecido a la goma-espuma (normalmente), diseñada en exclusiva para absorber el sonido.
Normalmente, las cámaras anecoicas se emplean en estudios de grabación y empresas similares. Su función, como decíamos, es conseguir una grabación perfecta, sin ruidos molestos inesperados de fondo.
Pero, ¿cómo se consigue esto? El sonido está compuesto de ondas sonoras. El aire, como el fluido que es, vibra formando ondas, de forma similar a una piedra que cae al agua. La frecuencia y la intensidad de dichas ondas son las que le dan el volumen o los tonos, entre otras cosas, al sonido.
Al llegar dicha vibración a nuestro oído, el cerebro interpreta la señal, mecánica, y la convierte en música, palabras o estruendos. En definitiva, en el sonido que escuchamos.
Esta señal mecánica es absorbida por el intrincado material de la cámara anecoica para minimizar que se transmita y estropee la toma. Pero las cámaras anecoicas no suelen ser perfectas, ni mucho menos.
Cualquier material que recibe una energía, como la del sonido, tiende a devolver parte de esa energía. Esto se traduce a que no amortigua todo el sonido.
Sin embargo, un reciente estudio ha conseguido un material que produce una absorción total. El sonido que llega no vuelve a salir, produciendo un silencio perfecto.
Pero para conseguirlo no basta con un material de absorción. El rango del sonido es tan amplio y complicado que resulta imposible construir una cámara anecoica con las capas suficientes para crear el silencio perfecto.
En vez de eso, lo que han conseguido los investigadores es absorber parte del sonido y reflejar el que no se puede absorber. Esta reflexión se produce de tal manera que ocurre un fenómeno llamado interferencia.
Sonido + sonido = silencio
La interferencia es un fenómeno que ocurre en todo tipo de ondas. La combinación de dos ondas se anula por completo. Y, como ya hemos dicho, el sonido es una onda.
Así que, encontrando el sonido adecuado, se puede “sumar” al sonido original para crear… silencio.
Efectivamente, un sonido que al incidir con otro genera silencio.
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Esto no es sencillo debido a otros fenómenos que afectan al sonido, como la reflexión o la refracción, o que complica mucho las características del sonido que produce la interferencia.
Sin embargo, aquí es dónde radica la “magia” de la investigación, pues empleando la absorción junto con la interferencia, lo que ha creado el equipo es un material que no deja escapar absolutamente nada, ni un solo ápice de sonido, creando un silencio total y absoluto. De hecho, un silencio más bien inquietante.
El silencio perfecto no existe. Esto es lo que trató de explicar John Cage cuando estrenó su controvertida obra 4’33”.
¿Qué es el silencio? Es la ausencia de sonido. El silencio perfecto, por tanto, es la ausencia total de sonido. Pero ¿se puede alcanzar este estado? Existen en el mundo algunas cámaras anecoicas de lo más curiosas.
Por ejemplo, la súper cámara anecoica de los laboratorios Orfield, en Minnesota, es capaz de absorber el 99,99% del sonido que llega hasta ella. La consecuencia es un ambiente que amortigua la totalidad del sonido hasta el punto de crear una situación incómoda en los seres humanos.
Dentro de esta cámara, explican sus ingenieros, puede escuchar su propio sistema circulatorio y sus propios latidos. El propio Cage probó una cámara anecoica similar en 1951, descubriendo estos sonidos, lo que le inspiró a realizar su obra.
Nadie aguanta demasiado tiempo dentro de la cámara. Y es que el silencio perfecto no existe en el mundo de los vivos. Es demasiado inquietante. Lo que está vivo, se mueve.
Y lo que se mueve, crea movimiento a su alrededor, por muy pequeño que sea. Puede que no tengamos los órganos adecuados para percibirlo, pero el mundo “suena”.
Ese era el mensaje de Cage. Incluso en una cámara que amortigua la totalidad del sonido, no existe el silencio perfecto.
Porque somos nosotros los que escuchamos. Y alrededor de nuestro “silencio” hay muchos más sonidos: el viento, los roces, un carraspeo incómodo, el teclear, los insectos… O nuestro propio sistema circulatorio. Un ejemplo muy hermoso sobre el valor de la vida.
Fuente: Hipertextual
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