Un equipo de investigadores estadounidense encuentra un vínculo entre las características de las imágenes, la percepción del tiempo y la memoria.
¿Quién no ha tenido alguna vez la sensación de que el tiempo vuela cuando está pasando un rato agradable?
La idea de que la percepción del tiempo es maleable no es nueva.
De hecho, frases como ‘el tiempo vuela cuando te diviertes’ o ‘una olla vigilada nunca hierve’ reflejan una realidad científica: nuestra percepción del tiempo se expande y contrae dependiendo de nuestras experiencias.
Ahora, un nuevo estudio ha revelado que observar imágenes memorables puede distorsionar nuestra percepción del tiempo.
Estos hallazgos arrojan luz en nuestra comprensión sobre cómo el cerebro humano procesa información visual y sugieren que el tiempo parece ralentizarse cuando estamos ante algo significativo o impactante.
Sin embargo, este nuevo trabajo añade una capa de complejidad al asunto, ya que demuestra que incluso las características visuales sutiles, como el color o el tamaño de los objetos, pueden influir en cómo percibimos el tiempo.
El neurocientífico cognitivo de la Universidad George Mason (EE. UU), Martin Wiener, afirma que existen muchas ilusiones temporales y que aún no se comprende completamente qué ocurre en el cerebro para causarlas.
Según Wiener, las imágenes más memorables no solo parecen durar más, sino que también son más fáciles de recordar, creando una especie de ciclo donde la memoria y la percepción del tiempo están interconectadas.
“Pese a que suponemos que el tiempo es una característica extraída o de orden superior de la percepción, las investigaciones en las últimas dos décadas han demostrado que el tiempo puede estar implementado dentro de los circuitos de modalidad sensorial”, en palabras de los investigadores.
Y, además, se cree que el sistema visual juega un papel importante.
Asimismo, “se ha observado que las características de los estímulos visuales pueden alterar la duración que se percibe, lo que sugiere que los circuitos visuales median o construyen el tiempo percibido”, señalan.
En concreto, se comprobó que “la percepción del tiempo se ve afectada por las propiedades de las imágenes, como el tamaño de la escena, el desorden y la memorabilidad”.
Concretamente, observaron que “el tamaño de la escena y la memorabilidad dilatan el tiempo, mientras que el desorden lo contrae”.
Así, para explorar cómo la memorabilidad de una imagen afecta a nuestra percepción del tiempo, Wiener y su equipo llevaron a cabo cuatro experimentos con entre 21 y 52 participantes cada uno.
A los participantes se les mostraron imágenes durante intervalos de tiempo que variaban entre 300 milisegundos y un segundo.
Luego, se les pidió que categorizaran la duración de la experiencia en función de si les había parecido “corta” o “larga”.
En el experimento final, los participantes mantuvieron presionado un botón para sus percepciones.
Al día siguiente, se les administró una prueba sorpresa de memoria para ver qué imágenes podían recordar.
Los resultados fueron reveladores.
Descubrieron que las escenas más grandes parecían extender el tiempo, mientras que las escenas más desordenadas lo contraían.
Sin embargo, lo más destacable fue que las imágenes más memorables parecían permanecer por más tiempo en la retina, según la percepción de los participantes.
Así pues, los investigadores descubrieron que estas imágenes también fueron más recordadas al día siguiente.
Estos resultados sugieren que los estímulos visuales observados por más tiempo se recuerdan más fácilmente.
Es decir, “cuanto más larga es la duración percibida de una imagen, más memorable es”, según los expertos.
Al mismo tiempo, “las imágenes más memorables se procesan más rápidamente, y este aumento en la velocidad de procesamiento se traduce en que esos estímulos visuales se perciban más largos y con mayor precisión”.
No en vano, se cree que estas imágenes son intrínsecamente más fáciles de procesar para nuestro sistema visual.
Sin embargo, todavía no está claro por qué este procesamiento rápido haría que el tiempo parezca durar más.
“Nuestros hallazgos proporcionan evidencia de un vínculo entre las características de las imágenes, la percepción del tiempo y la memoria, que podrá ser explorado más a fondo con modelos de procesamiento visual”, remarcan los responsables del estudio.
En cualquier caso, estos hallazgos podrían tener implicaciones prácticas.
Por ejemplo, en el ámbito del marketing y la publicidad, donde los anuncios visualmente impactantes captan mejor la atención del público y hacen que el mensaje sea más memorable.
También en la educación, donde el uso de imágenes memorables podría mejorar la retención de información y hacer que el aprendizaje sea más efectivo.
Y, además, en entornos culturales como museos y exposiciones, toda vez que diseñar experiencias visuales pueda enriquecer la experiencia del visitante.
Fuente: nature human behaviour
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