Investigadores del Laboratorio de Materiales Blandos de la EPFL lograron fabricar compuestos similares a huesos con tinta cargada de bacterias.
Más específicamente, una tinta imprimible en 3D que contiene Sporosarcina pasteurii, que es una bacteria que desencadena un proceso de mineralización cuando se expone a una solución que contiene urea, lo que da como resultado carbonato de calcio (CaCO3).
Esta tinta, llamada BactoInk, se puede imprimir en 3D en prácticamente cualquier forma, que luego se mineraliza gradualmente en el transcurso de unos días.
Dado que BactoInk se mineraliza en un paso separado, el producto final cuenta con un contenido mineral de más del 90 %, lo que lo convierte en un biocompuesto fuerte y resistente que se puede producir con una impresora 3D estándar con materiales naturales.
Los productos finales ya no tienen bacterias vivas, ya que todo se sumerge en etanol al final del proceso de mineralización.
“La impresión 3D está ganando cada vez más importancia en general, pero la cantidad de materiales que se pueden imprimir en 3D es limitada por la sencilla razón de que las tintas deben cumplir con ciertas condiciones de flujo.
Por ejemplo, deben comportarse como un sólido cuando están en reposo, pero aún así ser extruible a través de una boquilla de impresión 3D, algo así como el ketchup”, dijo Esther Amstad, jefa de laboratorio en el Laboratorio de Materiales Blandos de EPFL.
Fuente: EPFL
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