Un estudio realizado por investigadores mexicanos pone de relieve cómo la alerta sísmica consiguió avisar casi dos minutos antes del temblor del 7 de septiembre.
En 1985, un temblor en la Ciudad de México dejo a la capital bajo los escombros y provocó la muerte de más de 40.000 personas.
El número exacto de víctimas no ha podido ser determinado pero la catástrofe puso de relieve que, si hubieran podido ser avisados con antelación, seguramente el número de muertes podría haber sido menor.
Ante la posibilidad de que este terremoto no fuera el último en la capital mexicana, se creó un sistema de alerta sísmica propuesto por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y Consejo Nacional de Investigación.
Ocho años después del sismo, en 1993, nació el Sistema de Alerta Sísmica de México (SASMEX) con el objetivo de avisar a la población sobre inminentes movimientos telúricos para que puedan tener la oportunidad de salir de los edificios y así evitar daños físicos en el caso de derrumbes.
SASMEX, compuesto por 97 estaciones de monitoreo en México, ha registrado de 1993 a 2017 6.896 terremotos y ha emitido 158 advertencias, informó el estudio A Dedicated Seismic Early Warning Network: The Mexican Seismic Alert System (SASMEX) realizado por los investigadores Gerardo Suárez, J. M. Espinosa-Aranda, Armando Cuéllar, Gerardo Ibarrola, Armando García, Martín Zavala, Samuel Maldonado y Roberto Islas.
El análisis pone de relieve el funcionamiento de la alarma sísmica en los dos últimos temblores que sacudieron México.
El primero, ocurrido el pasado 7 de septiembre y con epicentro en Tehuantepec, causó destrozos en estados como Oaxaca.
El sismo, de escala 8.2, fue alertado casi dos minutos antes de que empezara el movimiento telúrico.
No hubo tiempo ni para recuperarse del susto, ya que semanas después, el 19 de septiembre, otro terremoto en Morelos y de escala 7.1 causó pánico en estados como la Ciudad de México.
Más de 360 personas fallecieron a causa del temblor, sobre el que se emitió una alarma segundos antes de que llegara.
En este caso, “la alerta se emitió tan pronto como las ondas llegaron a las estaciones de monitoreo por encima del hipocentro.
Sin embargo, considerando la proximidad del centro de gravedad, se emitió una advertencia anticipada cuando la población de la Ciudad de México ya estaba experimentando el fuerte temblor”, explicaron los investigadores a cargo del estudio.
La pregunta radica en qué hubiera pasado si en ninguno de los dos casos se hubiera emitido ninguna alerta como ocurrió en el sismo del 19 de septiembre de 1985.
En la Ciudad de México, el tiempo reglamentario para alertar a los ciudadanos es entre los 60 y los 120 segundos.
Esta medida de prevención implementada en 1993 vino acompañada también de iniciativas públicas para reducir el número de pérdidas humanas.
Desde que se puso en marcha la alerta sísmica, las escuelas y oficinas llevan a cabo simulacros y medidas de evacuación para prepararse ante un sismo.
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Horas después, la prueba se convirtió en algo real cuando un temblor de 7.1 sacudió la capital provocando la caída de varios edificios en diferentes puntos de la ciudad.
La alarma sísmica, distribuida en diferentes partes del país con alta probabilidad de terremotos como Morelia, Ciudad de México, Puebla, Oaxaca o Acapulco, monitorea la actividad telúrica a través de digitalizadores.
En la actualidad, las estaciones de la red de SASMEX tienen digitalizadores de 12 bits y muestras a una velocidad de 100 Hz, arroja el estudio.
“Una tercera generación de instrumentos está ahora bajo prueba final y lista para ser implementada en los próximos meses. Los nuevos digitalizadores tendrán una resolución de 24 bits”.
Las estaciones son las responsables de recolectar los datos y, en el caso de que se detecte un terremoto, se envían a los centros instalados en las diferentes ciudades que cuentan con alerta sísmica.
SASMEX canaliza la información a través de una red de telecomunicaciones formada por radios y enlaces satelitales y, posteriormente, esta información es decodificada.
Las llamadas EASAS (acrónimo de las estaciones de emisión alternativas del sistema de alerta sísmica), antes de activar la alarma, necesitan que al menos dos estaciones de servicio vecinas confirmen que se aproxima un movimiento telúrico.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha emitido sus propios requisitos al respecto y ha determinado que un sistema de alerta de temblores debe contar con cuatro elementos para brindar seguridad a las personas: el conocimiento del riesgo involucrado, servicios adecuados de monitoreo y advertencia, medios efectivos de diseminación y comunicación de alertas, y una capacidad de respuesta adecuada de la población.
La construcción de esta alerta ha sido una prioridad para la capital mexicana desde 1985 y se ha convertido en el primer sistema en el mundo en emitir avisos antes de los temblores.
A pesar de los avances, el estudio también ha plasmado algunos de los retos para mejorar la alerta sísmica.
Uno de los principales es caracterizar y tener la capacidad de tener una estimación sobre la magnitud de los terremotos, para que se pueda tener más información sobre el peligro que pueden correr las personas que se encuentran en la placa de Cocos.
Asimismo, es necesario mejorar el algoritmo para decidir de manera más rápida si es necesario emitir una alerta.
Con esta mejora, se podría advertir de manera más precisa temblores como el del 19 de septiembre.
En este contexto, el estudio afirmó que se ha desarrollado una nueva tecnología que utiliza los primeros tres segundos de las ondas para decidir si se emite una alerta.
Como conclusión, el estudio de los investigadores mexicanos sostiene que la mejora tecnológica continúa, así como la modernización de la infraestructura y del software.
Los algoritmos utilizados en el proceso de detección y clasificación garantizan la operación continua de SASMEX de una manera confiable, efectiva y resistente para enfrentar los desafíos de advirtiendo a las ciudades importantes que ahora usan la alerta de futuros grandes terremotos.
Fuente: Hipertextual