Un nuevo estudio afirma que el techo está a 2,5 veces la tasa metabólica basal. A partir de este punto, el cuerpo descompone sus propios tejidos para compensar el sobreesfuerzo.
Muchas personas están convencidas de que el límite al practicar un deporte está más en la mente que en el aspecto físico.
Al menos así podemos explicar que haya gente que realice un esfuerzo casi sobrehumano en pruebas como el Ironman o el Tour de Francia.
Sin embargo, un nuevo estudio afirma que sí que existe una línea tras la cual el cuerpo dice «basta»: un nivel de máximo esfuerzo posible imposible de superar.
En concreto, el nuevo estudio publicado por la revista «Science Advances» afirma que, cuando se trata de actividades físicas que duran días, semanas o incluso meses, los humanos solo pueden quemar calorías hasta 2,5 veces su tasa metabólica basal (es decir, la energía mínima que se gasta en reposo).
Por encima de esto, sería imposible. Ni siquiera para los maratonistas más rápidos del mundo.
«Esto define el ámbito de lo que es posible para los humanos», afirma uno de los autores del estudio, Herman Pontzer, profesor asociado de antropología evolutiva en la Universidad de Duke.
En el caso de que alguien superara este límite, los investigadores encontraron que el cuerpo comienza a descomponer sus propios tejidos para compensar el déficit calórico.
Una explicación para esta línea roja metabólica puede ser la capacidad del tracto digestivo para descomponer los alimentos, explican Pontzer y su colega John Speakman, de la Universidad de Aberdeen de Escocia y la Academia China de Ciencias.
En otras palabras, comer más no necesariamente ayudará a alguien a completar un maratón.
«Hay solo un límite a la cantidad de calorías que nuestras entrañas pueden absorber efectivamente por día», señala Pontzer.
Para el estudio, el equipo midió las calorías diarias quemadas por un grupo de atletas que corrieron seis maratones a la semana durante cinco meses como parte de la Race Across USA de 2015, una carrera de más de 4.800 kilómetros desde California hasta Washington en la que los participantes recorren 40 kilómetros de media al día.
El equipo también consideró otras hazañas de resistencia humana, como las carreras de senderos de 160 kilómetros o el embarazo, que no por común emplea poco esfuerzo físico.
Al analizar los datos, los investigadores encontraron un patrón común en forma de L: el gasto de energía de los atletas comenzó relativamente alto, pero inevitablemente se hundió y se aplanó a 2,5 veces su tasa metabólica basal el resto de la competición.
La coautora Caitlin Thurber analizó muestras de orina recolectadas durante la primera y última etapa de la carrera estadonidense.
Después de 20 semanas de empalmar una maratón tras otra, los atletas quemaban 600 calorías por día menos de lo esperado.
Los hallazgos sugieren que el cuerpo puede «disminuir» su metabolismo para ayudar a mantenerse dentro de niveles sostenibles.
«Es un gran ejemplo de gasto energético restringido, donde el cuerpo tiene una capacidad limitada para mantener niveles extremadamente altos de gasto energético durante un período prolongado», apunta Thurber.
Todos los eventos de resistencia siguieron la misma curva en forma de L, ya fuera que los atletas estuvieran arrastrando trineos de 230 kilos a través de la Antártida durante días en temperaturas bajo cero o pedaleando en el Tour de Francia en verano.
Ese hallazgo cuestiona la idea, propuesta por investigadores anteriores, de que la resistencia humana está vinculada a la capacidad de regular la temperatura corporal.
Los investigadores encontraron que un factor limitante para los eventos de resistencia radica en el proceso digestivo: la capacidad del cuerpo para procesar los alimentos y absorber calorías y nutrientes para alimentar los procesos corporales.
Curiosamente, el gasto energético máximo sostenible encontrado entre los atletas de resistencia fue solo un poco más alto que las tasas metabólicas que el que las mujeres mantienen durante el embarazo.
Esto sugiere que los mismos límites fisiológicos que evitan, por ejemplo, que los triatletas de Ironman superen los récords de velocidad, también pueden restringir otros aspectos de la vida, como la forma en que los bebés grandes pueden crecer en el útero.
Por lo que los investigadores saben, nadie ha sostenido niveles más allá de este límite.
«Así que supongo que es un desafío para los atletas de resistencia de élite», afirma Pontzer.
«La ciencia funciona cuando demuestra que estás equivocado. Tal vez alguien rompa ese techo algún día y nos muestre lo que nos estamos perdiendo».
Fuente: ABC
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