Así como las bacterias pueden desarrollar resistencia a los antibióticos, los virus también pueden eludir los tratamientos farmacológicos.
Es difícil desarrollar terapias contra estos microorganismos, porque los virus suelen mutar o esconderse dentro de las células.
Sin embargo, ese a esa dificultad con los virus, se ha desarrollado una terapia antiviral con péptidos que imita la forma en que el sistema inmune se enfrenta a los virus y que, en tres pruebas de laboratorio, ha sido capaz de desactivar tres virus de manera efectiva.
Se podría decir que los virus son como “zombis” biológicos.
No están vivos del todo ni tampoco inertes, y solo pueden multiplicarse dentro de un hospedador, como las células de nuestro cuerpo.
A menudo, el sistema inmunitario destruye de forma natural los patógenos con moléculas específicas, como anticuerpos.
Algunos componentes menos conocidos de las defensas del sistema inmunitario son unas pequeñas moléculas similares a las proteínas denominadas péptidos antimicrobianos.
Sin embargo, estos péptidos no son buenos candidatos para medicamentos, ya que su fabricación resulta costosa, se eliminan rápidamente del organismo y pueden causar efectos secundarios.
En cambio, los autores del nuevo estudio han conseguido imitar su función mediante moléculas de laboratorio llamadas peptoides, que el organismo no destruye fácilmente y cuya producción es menos costosa.
Previamente, el equipo de Annelise Barron (Universidad de Stanford en Estados Unidos) había demostrado que ciertos peptoides podían atravesar y destruir el virus SARS-CoV-2 y el del herpes.
Esta vez, junto con Kent Kirshenbaum y Patrick M. Tate (estos dos de la Universidad de Nueva York, Estados Unidos) y sus colegas, se ha buscado determinar si los peptoides pueden desactivar otros tres virus “envueltos” encapsulados en membranas, el virus del Zika, el de la fiebre del valle del Rift y chikungunya, así como el coxsackie B3, que carece de membrana.
Actualmente no existen tratamientos para las infecciones que causan estos microorganismos.
En estos experimentos, se utilizaron tres de los peptoides lineales que estudió previamente el equipo de Barron, así como cuatro nuevas versiones difundidas con mayor actividad antiviral.
Los investigadores crearon modelos de membranas de virus utilizando lípidos comunes, incluida la fosfatidilserina (PS).
Las membranas se destruyeron con mayor eficacia cuando la PS se presentaba en concentraciones más altas, lo que sugiere que los peptoides se dirigen específicamente a ella.
Aunque tanto las membranas humanas como las víricas contienen lípidos, su distribución es diferente en cada caso, lo que permite que un agente antiviral dirija su ataque al invasor en lugar de al hospedador.
A continuación, el equipo incubó los peptoides con partículas enteras del virus infeccioso.
Una vez más, cada uno funcionó de manera diferente frente a los tres virus envueltos: algunos destruyeron los tres, otros solo uno.
Sin embargo, ninguno de los peptoides pudo inactivar el virus coxsackie B3 sin envoltura, lo que demuestra que el mecanismo de acción depende de la presencia de la envoltura vírica.
Los investigadores afirman que conocer bien este mecanismo podría ayudar a diseñar futuros tratamientos antivirales basados en peptoides.
Fuente: ACS Infectious Diseases
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