En la búsqueda de materiales similares a los naturales para sustituir y reparar partes del cuerpo humano, sobre todo del corazón, se ha venido afrontando un gran desafío: los tejidos reales suelen ser a la vez robustos y elásticos y varían en forma y tamaño.
Esto ha venido obstaculizando la fabricación de piezas de tejido artificial capaces de funcionar eficientemente y a largo plazo dentro del corazón.
Ahora, científicos han ideado un nuevo modo de fabricar mediante impresión 3D piezas hechas de un tejido artificial que son lo bastante elásticas para adaptarse, por ejemplo, al incesante latir de un corazón, y al mismo tiempo lo bastante robustas para soportar cargas mecánicas, incluso la impuesta por las articulaciones en otras partes del cuerpo.
Además, el material permite una adherencia fácil y rápida a tejidos naturales húmedos.
Y esas piezas pueden fabricarse fácilmente para que se ajusten a la morfología exacta de cada paciente.
El logro es obra de un equipo integrado, entre otros, por Jason Burdick y Matt Davidson, de la Universidad de Colorado en Boulder, y Abhishek Dhand, de la Universidad de Pensilvania, en Estados Unidos ambas instituciones.
Los tejidos cardíacos y cartilaginosos se parecen en que tienen una capacidad muy limitada para repararse a sí mismos.
Cuando se dañan, no hay vuelta atrás. De ahí la importancia de poder implantar dentro del cuerpo humano sucedáneos lo bastante buenos de esos tejidos.
En los últimos años, la impresión 3D ha traído un mundo nuevo de posibilidades para las aplicaciones médicas al permitir a los investigadores fabricar materiales de muchas formas y estructuras.
A diferencia de las impresoras típicas, que se limitan a colocar tinta sobre papel, las impresoras 3D depositan capa tras capa de plásticos, metales o incluso células vivas para crear objetos tridimensionales.
Un material concreto, conocido como hidrogel (el material del que están hechas las lentes de contacto modernas), ha sido uno de los favoritos para fabricar tejidos, órganos e implantes artificiales.
Pero llevarlos del laboratorio a la clínica ha sido un paso que se ha visto obstaculizado porque los hidrogeles tradicionales impresos en 3D tienden a romperse cuando se estiran, a agrietarse cuando se les presiona o son demasiado rígidos para amoldarse alrededor de tejidos naturales.
El nuevo método de impresión 3D evita estos problemas.
Lo conseguido por Burdick, Dhand y sus colegas abre un camino hacia una nueva generación de biomateriales, desde vendajes internos que administren fármacos directamente al corazón hasta parches de cartílago, pasando por suturas realizadas sin aguja.
Fuente: Science
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