Esta inteligencia artificial detecta parámetros concretos en una grabación de voz y los asocia con la probabilidad de desarrollar enfermedades del corazón.
Dicen que la cara es el espejo del alma. Y por lo visto la voz es el espejo del corazón.
Esto último se concluye de una investigación recién presentada en la 71ª reunión anual del Colegio Americano de Cardiología, en la que se muestra una inteligencia artificial (IA) capaz de predecir futuras enfermedades del corazón con una simple grabación de voz.
Se muestra una relación poco conocida entre la voz y la obstrucción de las arterias coronarias.
Lógicamente es algo que nuestro simple oído humano no puede detectar.
Pero para una inteligencia artificial bien entrenada es pan comido.
De hecho, en las primeras pruebas realizadas tras su capacitación los resultados han sido muy buenos.
Según han explicado en un comunicado los autores de la investigación, este algoritmo de inteligencia artificial puede ser muy útil en telemedicina.
No se trata de sustituir a los médicos humanos.
Pero sí de darles herramientas que hagan su tarea más fácil.
Además, supone una mayor comodidad para los pacientes, ya que la obtención de una grabación de voz no es en absoluto invasiva ni dolorosa.
Lógicamente habría que contrastar los resultados con pruebas tradicionales, pero al menos se podría aportar un buen punto de partida.
Este algoritmo de inteligencia artificial se capacitó con 10.000 muestras de grabación de voz tomadas en Israel.
Algunas pertenecían a pacientes con una buena salud cardiovascular y otras a personas afectadas por alguna afección cardíaca.
La máquina se encargó de analizar varios parámetros del sonido, como la frecuencia, la amplitud, el tono y la cadencia.
Después, estableció una relación entre determinados valores de estos parámetros y la presencia de enfermedades del corazón.
Una vez capacitada, se procedió a probar la inteligencia artificial con un nuevo grupo de 108 pacientes.
Todos ellos habían acudido al hospital para realizarse una angiografía.
Es decir, una técnica de rayos X dirigida a analizar las arterias del corazón.
Además de la prueba, se les tomó una grabación de voz en tres circunstancias diferentes.
En la primera se les hizo leer un texto concreto.
En la segunda se les pidió que hablaran libremente sobre una experiencia positiva.
Y, para terminar, en la tercera tuvieron que hablar sobre una experiencia negativa.
Las tres grabaciones se tomaron con una aplicación llamada Vocalis Health y se analizaron con el algoritmo de inteligencia artificial.
La IA puntuó la voz de cada paciente con un sistema del -1 al +1, según si tenían una cantidad alta o baja de biomarcadores asociados a enfermedades del corazón.
Después, se les hizo un seguimiento durante dos años.
En los dos años que duró el estudio, el 58,3% de los pacientes que la inteligencia artificial clasificó con una cantidad alta de biomarcadores en su grabación de voz tuvieron que acudir al hospital aquejados de dolor en el pecho o un síndrome coronario agudo.
En el caso de los que se clasificaron con pocos biomarcadores, este porcentaje fue mucho más bajo, de un 30,6%.
Además, los que tenían puntuaciones altas tenían más probabilidad de mostrar enfermedad de las arterias coronarias en una angiografía posterior.
Este término hace referencia a un grupo de afecciones que incluyen la angina de pecho, la angina inestable, el infarto agudo de miocardio y la muerte súbita cardíaca.
En definitiva, sí que había una clara correlación entre parámetros aparentemente indistinguibles en la grabación de voz y la salud del corazón.
Los investigadores no saben cuál puede ser la causa.
No obstante, creen que puede estar relacionada con el sistema nervioso autónomo.
Esta es la rama del sistema nervioso que se encarga de regular funciones inconscientes de nuestro organismo, como la frecuencia cardíaca.
También controla ciertas funciones de la laringe asociadas a la voz, por lo que puede haber relación.
Si una parte no funciona bien, la otra puede verse afectada también.
Cabe destacar que este estudio se ha llevado a cabo principalmente en dos países.
La IA se capacitó en Israel y se probó en Estados Unidos, con grabaciones de voz en inglés.
Por lo tanto, aún no está claro si funcionaría con otros idiomas u otras procedencias.
Será uno de los siguientes pasos de estos científicos, que reconocen que aún están lejos de poder llevar su algoritmo de inteligencia artificial a las clínicas.
Fuente: ACC
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