Dado que el  grafito, el material que se utiliza en los lápices, y los diamantes son fabricados a partir de carbono, es técnicamente factible convertir lo primero en lo segundo.

Sólo se tiene que aplicar un poco de presión, alrededor de 150.000 veces más que la presión que ejerce la atmósfera sobre la superficie de la Tierra.

Pero los investigadores de la Universidad de Stanford dicen haber encontrado un atajo.

Después de todo, no todo el mundo tiene acceso a la maquinaria capaz de generar esa presión, pero puede no ser necesaria.

Los investigadores apilaron cuatro hojas muy finas de grafito, de tamaño microscópico, sobre una estructura de soporte de metal de platino, y luego le agregaron un poco de hidrógeno.

El equipo de Stanford estaba tratando de crear una alternativa superior al silicio, pero en su lugar descubrieron que la adición de hidrógeno comenzó una reacción en cadena en dominó, que alteró la estructura de las capas de grafito.
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En lugar de ser suave y frágil, que es lo que lo hace ideal para lápices, el grafito se hizo fuerte y resistente como el diamante.

Pero aunque este grafito reestructurado se comporta como los diamantes, no va a sustituir a las rocas de gran tamaño utilizadas en los anillos de compromiso y otras joyas.

Los diamantes producidos mediante este nuevo método son más adecuados para aplicaciones industriales, como revestimientos que hacen que las cuchillas de corte sean más agudas y más duraderas, o para sensores electroquímicos.

Y ya que el proceso es mucho más fácil, la producción de este tipo de diamantes será  considerablemente más barata también.

Fuente: Gizmodo

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